Consejos para Jóvenes Profesionales
Por Patricia Lopez Aufranc[1]
Marval O’Farrell Mairal

En mis casi 40 años de ejercicio profesional como abogada asesora de empresas, he sido mentora de muchos jóvenes, hoy destacados profesionales. He publicado consejos prácticos que sintetizan mis recomendaciones para construir una carrera exitosa en varias publicaciones extranjeras. Cada tanto, reviso estos escritos para actualizarlos. Compartirlos con mis colegas locales era una asignatura pendiente. Vuelvo sobre el tema, convencida de que yo hubiera podido sacar buen provecho de estas sugerencias:

 

Descubran sus valores fundamentales. Asegúrense de que sus valores estén alineados con los de la organización en la que trabajan. Cada vez es más importante apasionarse con su tarea, pero es difícil apasionarse de un trabajo o identificarse con una organización que contradicen los propios valores.

 

Interróguense periódicamente sobre sus pasiones. Aplicar las competencias a las áreas que apasionan es decisivo para realizarse profesionalmente. La pasión aplicada a la tarea es la ventaja competitiva de esta década. Identifiquen y exploten sus pasiones. Muchos trabajos actuales desaparecerán o serán realizados por máquinas y se crearán nuevos. Prepárense para encontrar o crear el puesto que les permita hacer trabajo apasionante. Con menos ambición, también es cierto que uno puede apasionarse de las áreas que domina. ¡Conviértanse en expertos!

 

Fíjense objetivos. Conviene fijarse objetivos desde el inicio de la carrera y modificarlos toda vez que sea necesario. En particular, en el caso de las mujeres, en la medida en que todavía llevamos una mayor carga en relación al cuidado de la familia y de los seres queridos. Esto nos presenta obstáculos que pueden demorar el desarrollo de nuestras carreras con más frecuencia que a los hombres, por eso es bueno planificar. Actualizar sus conocimientos, adquirir nuevas competencias y mejorar constantemente la empleabilidad debería ser un objetivo permanente.

 

Recuerden que es difícil ganar en el corto y en el largo plazo. La búsqueda de la satisfacción inmediata es una característica de los jóvenes profesionales del siglo XXI. Sin embargo, muchas veces conviene renunciar a ventajas inmediatas en pos de objetivos más importantes. Aprender a diferir las gratificaciones es muchas veces  crucial. Para esto hay que desarrollar paciencia y perseverancia. Tengan objetivos de largo y corto plazo, ambiciosos y simples. Si sus objetivos son a largo plazo, asegúrense de haber identificado los pasos que llevan a cumplirlos. Lleven registro del avance hacia sus objetivos. Establezcan prioridades. Periódicamente vuelvan a evaluar sus objetivos y hagan los ajustes que consideren necesarios. La tenacidad, más que el talento, es la clave del éxito.

 

Sean el motor de la propia carrera.  Hemos dejado atrás el modelo de trabajo creado durante la Revolución Industrial, basado en la eficientización de tareas repetitivas y pasado a la era del conocimiento. Ahora, el espíritu crítico, la adaptabilidad y la innovación son fundamentales. Si bien muchas empresas se ocupan de la formación y entrenamiento de su personal, es crucial tomar las riendas de la propia carrera. Como cada vez es menos frecuente permanecer muchos años en el mismo puesto y aun en la misma organización, uno es el principal responsable de mantener actualizadas sus competencias y su empleabilidad. Por otra parte, se espera que en el futuro se incremente significativamente el trabajo free lance, para lo cual mantener actualizada la empleabilidad será vital.

 

Además, el cambio perpetuo tanto en las organizaciones como en las tareas se ha convertido en norma. Sean los primeros en adaptarse y serán los primeros en aprovechar las oportunidades. Tengan en cuenta que cada etapa tiene sus desafíos. Identifíquenlos y anticípenlos para que no los tomen por sorpresa.

 

Aprendan a tomar riesgos y navegar en la incertidumbre. Cada vez es más común plantearse abandonar un trabajo estable para embarcarse en la carrera soñada, mudarse a otro país o reinventarse profesionalmente en un área totalmente distinta.

 

No sean impacientes. A partir de los millenials, las generaciones tienen una expectativa de vida por lo menos 20 años mayor que sus abuelos. No se desesperen si les cuesta encontrar lo que quieren hacer. Exploren áreas distintas, conozcan el mundo.

 

Adopten una actitud de aprendizaje permanente. El conocimiento evoluciona a velocidad vertiginosa y nuestras competencias se vuelven obsoletas antes de que nos percatemos. Uno o dos diplomas universitarios no serán suficientes si uno aspira a una carrera de primera línea y tiene en cuenta la nueva expectativa de vida. La buena noticia es que nuestro cerebro puede expandirse y aprender sin importar la edad.

 

Para sumergirse en el modo “aprendizaje permanente”, adoptar una actitud de “humildad proactiva” es un buen comienzo. Humildad, para admitir la permanente necesidad de actualizar nuestros conocimientos, no solamente sobre los temas de la propia especialidad, sino sobre múltiples otros temas que nos ayudarán a realizar mejor nuestras tareas, como las competencias interpersonales; y proactividad, para aprovechar las oportunidades de aprendizaje.  Estar atento y abierto a nuevas ideas y aprender a pensar no solo “out of the box” (fuera de la caja) sino “out of the builing” (fuera del edificio) será la actitud correcta. Según Alvin Toffler, los analfabetos del siglo XXI no serán quienes no sepan leer y escribir, sino quienes no puedan aprender, desaprender y volver a aprender. Reinventarnos constantemente será el desafío al que nos enfrentará el futuro.

 

Inviertan en Uds. mismos. En el pasado recomendaba a quienes querían desarrollar una carrera internacional que aprendiesen idiomas. A mi entender sigue siendo importantísimo. Sin embargo, con miras al futuro, aconsejaría a los jóvenes que aspiran a una carrera de primera línea que también aprendan a programar, principios de estadística y a interpretar big data. La innovación en la práctica de la abogacía vendrá del análisis del big data y de la inteligencia artificial. La inteligencia artificial transformará la práctica profesional: las tareas repetitivas se automatizarán, las máquinas realizarán el análisis y revisión masiva de documentos, cambiará la forma de desarrollar estrategias en litigios, así como la predicción de las sentencias; también tendrá que cambiar radicalmente la capacitación de los jóvenes profesionales, porque los trabajos de menor valor agregado serán realizados por máquinas. Habrá que prepararse para agregar valor más allá de lo que puedan hacer las máquinas: técnicas de negociación, asesoramientos en temas complejos, opiniones concisas y útiles para la toma de decisiones, etc. El desafío planteará retos y oportunidades. Cada vez más hará falta combinar conocimientos de derecho y ciencias duras para desarrollar, entender y aprovechar las herramientas tecnológicas. Quienes anticipen los cambios y se formen para estar equipados tendrán importantes ventajas competitivas.

 

Concurran a congresos, seminarios y programas de entrenamiento.  Son oportunidades magníficas para hacer contactos, ampliar redes, aprender y con suerte identificar fuentes de inspiración. Hagan cursos para incursionar en nuevas áreas o profundizar conocimientos. Hoy las alternativas de formación en línea permiten acceder a los cursos más variados, impartidos por las mejores universidades del mundo, con la sola inversión del tiempo. Yo me he hecho adicta a Edx y a Coursera.

 

La empleabilidad de un profesional estará cada vez más condicionada por la forma en que haya actualizado y ampliado sus competencias. Asegúrense de que por lo menos algunas competencias sean transferibles fuera de la organización en donde las adquirieron o practicaron. Adquieran competencias “secundarias” para protegerse de la eventual obsolescencia de la competencia principal.

 

Desarrollen habilidades blandas. La era del conocimiento requiere mucho más de habilidades blandas que la era industrial. Hemos migrado de estilos de liderazgo piramidales de “comando y control” a modelos más horizontales, colaborativos y participativos. Trabajen aspectos de personalidad que puedan ser obstáculos y desarrollen competencias interpersonales. En la era del conocimiento, más allá de las competencias básicas, la inteligencia emocional es importantísima: escucha activa, comunicación efectiva, empatía, capacidad de dar y recibir feedback, trabajo en equipo, espíritu de equipo, son elementos esenciales del liderazgo, y cada vez más importantes a medida que uno asciende en la escala jerárquica. La “escucha activa” es una de las competencias más valorada. No es solo no interrumpir, esperar para hablar, sino hacer preguntas relevantes y considerar los puntos de vista de los demás. No esperen tener la última palabra ni mostrar superioridad. Dominar estas competencias lleva tiempo y esfuerzo, pero parecen ser las habilidades menos amenazadas por la inteligencia artificial, por lo menos por ahora, y lo que distingue a los líderes.

 

Aspiren a la mejora perpetua, a lo que los japoneses llaman kaizen, para estar a tono con los cambios, mantenerse competitivos y con empleabilidad codiciada. Actualmente no podemos dormirnos sobre nuestros laureles o confiar exclusivamente en nuestra reputación porque todo evoluciona muy rápido, y nuestras competencias pueden volverse obsoletas.

 

Aprendan a hacer introspección. Desarrollen el autoconocimiento. Conocer en detalle fortalezas y debilidades y desarrollar confianza en uno mismo también es importante. Recuerden que se pueden cambiar características de personalidad a lo largo de toda la vida--aunque sea más difícil a medida que avanza el tiempo-- si uno consagra tiempo  y esfuerzo.

 

Desarrollen su cultura general. El dominio de las humanidades, como complemento de la formación profesional se valora cada vez más. A título de ejemplo, el mítico Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) convoca poetas y artistas para trabajar codo a codo con ingenieros y técnicos en informática, a fin de innovar en las áreas de punta, y contrata actores que enseñan técnicas de stand-up (monólogos) como herramienta de liderazgo. La Escuela de Gobierno de Harvard desarrolló un programa en el que bailarines clásicos se integran en las clases de gestión y muestran cómo liderar, sin condicionar, para lograr lo mejor del otro. Háganse tiempo para leer, no solo en el campo profesional. Aprendan a apreciar la literatura, la poesía, la música, el arte. Los individuos, y en particular los profesionales, comienzan sus carreras en estado de “diamante en bruto” y se facetan a lo largo de sus vidas. Cuanto más facetados están, más brillan, tanto en la vida personal como en la profesional. Sobran los ejemplos de profesionales exitosos que reconocen que la idea brillante no les vino de su área específica, sino de hacer relaciones con situaciones en áreas que no tenían nada que ver. Steve Jobs reconoció que la clase de caligrafía y tipografía que tomó cuando había dejado los cursos regulares de la universidad, fue determinante en el diseño de sus computadoras personales.

 

Aprovechen toda oportunidad de enseñar. Enseñar obliga a estar actualizado y es un enfoque eficaz para dominar un tema. Por otra parte, es un buen entrenamiento para hablar en público y aprender a captar el interés de la audiencia. Cuando uno enseña, por lo menos dos aprenden.

 

Publiquen trabajos regularmente. Inicialmente, simples reseñas; más tarde, trabajos de investigación u opinión. Son formas de desarrollar espíritu crítico y habilidad de comunicación. Cuanto más uno escribe y enseña, mejor hace su trabajo, construyendo al mismo tiempo reputación de experto.

 

Aléjense de su zona de confort cuantas veces puedan. Hay que aprender nuevas competencias constantemente. Recuerden que el perfeccionismo inhibe la acción y reduce las oportunidades de adquirir experiencia. Hay que aprender cuál es el nivel de calidad que se adapta a cada circunstancia y no retardarse innecesariamente. No debería asustarnos salir de la zona de confort y tomar riesgos razonables. Aprendemos frente a los desafíos. La innovación rara vez surge en la zona de confort. No hay que temerle al fracaso. Debe considerarse parte del proceso de desarrollo y una oportunidad de aprender y desarrollar resiliencia. Si nunca fracasamos, tal vez nunca nos exigimos lo suficiente. Hace tiempo adopté como mantra: “Si soy la persona más inteligente en la sala, estoy en la sala equivocada.”Rodearse de gente más inteligente que uno es siempre estimulante. Hasta me animaría a decir que uno aprende por ósmosis. Exíjanse y verán cuánto pueden dar.

 

Asegúrense de generar su propia motivación. Es lo que nos impulsa a alcanzar nuestros objetivos: iniciativa, compromiso, optimismo y pasión son sus elementos principales. Identifiquen y aprovechen las oportunidades y aprendan a generarlas; aprendan a sobreponerse a las adversidades y continuar en pos de sus objetivos, a pesar de los obstáculos. Las personas habituadas a generar su propia motivación, motivan más fácilmente a otros. Esto será cada vez más importante si tendremos que enfrentarnos cada vez más al trabajo free lance.

 

Quién sepa generar su propia motivación puede descubrir un paraíso. La mera conexión a internet da acceso a cursos gratis de las mejores universidades del mundo sobre un amplísimo espectro de temas, y la posibilidad de difusión de sus ideas y expertise con un alcance que en el pasado solo se lograba contratando una compañía de medios. La curiosidad, dedicación y perseverancia son las únicas condiciones.

 

Creen redes. Para avanzar en la carrera es importante tener buenos contactos. Son una fuente invalorable de información,  oportunidades y apoyo. Comiencen a crear redes con las personas de la propia generación. Amplíenlas con el tiempo y aprendan a utilizarlas desarrollando “inteligencia conectiva”. Para esto hay que combinar conocimiento, imaginación, ambición y capital humano. Acerquen a personas que comparten intereses. Conviértanse en “brokers de contactos”. Recuerden que es la relevancia de los contactos y la fortaleza de los vínculos y no la cantidad lo que cuenta. Los contactos son su “capital social” y es un activo con el que contarán toda la vida. Dediquen tiempo a desarrollar las redes y a participar en eventos de networking. Es una inversión y es parte del trabajo profesional. Aprendan a recurrir a sus contactos cuando los necesiten. No olviden que la esencia del networking es agregar valor a los miembros de la red; obtener beneficios no debe ser el principal objetivo.

 

Contactar a alguien, aún alguien importante, es relativamente fácil. Lo difícil es mantener las relaciones a través del tiempo. El seguimiento es básico: estar presentes, sin ser cargosos. Encaminar artículos o noticias que puedan interesar al otro, un café, un almuerzo, un saludo, son algunas de las formas posibles. Dediquen tiempo a mantener vivos sus contactos, pero no sean impacientes. Las relaciones toman tiempo y evolucionan cada una a su ritmo.

 

En principio de carrera, las ONGs y las asociaciones profesionales ofrecen oportunidades de conocer personas importantes, si están dispuestos a participar activamente. Si piensan adoptar un rol pasivo, no se molesten.

 

Evalúen regularmente el interés de pertenecer a redes y asociaciones. No sean demasiado ambiciosos. Desarrollen un plan, registren sus actividades de networking hasta que se vuelva natural. Aprovechen la tecnología y las redes sociales. Tienen amplio alcance y bien utilizadas son una excelente herramienta para construir reputación. Traten de ser originales. No se sobreexpongan. Recuerdo una profesional que todos los viernes a la tarde mandaba un mensaje inspirador o una broma a sus contactos, tan bien elegida que era un momento esperado y hacía que se la tuviera siempre presente.

 

Desarrollen relaciones estrechas tanto social como profesionalmente. Serán apoyo y estímulo y los ayudarán a navegar las dificultades en la profesión y en la vida. Un estudio de la Universidad de Harvard muestra que las relaciones personales estrechas son el factor más importante para lograr felicidad.

 

Desarrollen su marca personal. Desde el inicio de la carrera conviene enfocarse en desarrollar la “marca personal”. La personalidad, la reputación, especialidad, visibilidad, lo que nos identifica y distingue de los demás, son elementos de la marca personal.  Hay que desarrollarla dentro y fuera de la organización para la que uno trabaja, off-line y on-line.  Esto exige una cierta coherencia de todas las acciones y apariciones. Las redes sociales nos ayudan a darnos a conocer y llegar mucho más lejos que la presencia personal. Al mismo tiempo hay que asegurarse de que lo que uno publica en todas las plataformas esté de acuerdo con la imagen que uno quiere construir. La alternativa es usar seudónimos en algunos casos, o perder foco y credibilidad. El tiempo y la imaginación son el único límite, ya que hoy en día el costo puede no ser una variable significativa. Monitoreen su presencia en internet y en las redes sociales periódicamente. Es bueno saber qué aparece sobre uno y no ser el último en enterarse. Preguntarse dónde quieren estar en 5, 10 y 15 años es un buen comienzo. Consciente o inconscientemente todos hemos iniciado ese proceso. Es bueno tomar las riendas, independientemente de la etapa en que se encuentren.

 

Desarrollen reputación de “generosos/altruistas” (givers) y no de “mezquinos” (takers). Colaboren, agreguen valor, sin que se les pida. Esto trae ventajas a largo plazo, aunque al principio puedan parecer esfuerzos desparejos.

 

Encuentren el trabajo que les apasiona, en un lugar donde se sientan cómodos y valorados. No se demoren en un puesto si no desarrollan constantemente nuevas aptitudes, si no se entienden con su jefe/jefa, si él/ella no se involucran en el desarrollo de sus carreras, si no les apasiona su trabajo, o si no están de acuerdo con los valores que refleja el accionar diario de los responsables de la organización para la cual trabajan. Busquen nuevos desafíos. La vida es demasiado corta para pasar tanto tiempo en un ambiente poco agradable. Por otra parte, es difícil desarrollar el potencial de uno en un ambiente no grato.

 

Comprométanse con su trabajo. El mercado cada vez exige más y las organizaciones solo pueden competir si se distinguen por la calidad de sus servicios. Actúen como dueños. Asegúrense de agregar valor. Entiendan el negocio. Asuman responsabilidad sobre los resultados financieros. Háganse notar por sus aportes en el nivel en que se encuentren, de forma tal que nadie quiera que falten.

 

Trabajen para un jefe excepcional. Al principio de la carrera esto es importantísimo. Nos convertimos en profesionales de fuste no solo después de haber adquirido una sólida formación, sino sobre todo, porque aprendimos las reglas del arte de personas que nos sirvieron de modelos. Asegúrense de que sus jefes estén comprometidos con el desarrollo de sus carreras. Los buenos profesionales siempre reconocen haber tenido uno o más maestros. Identifiquen a los suyos.

 

Soliciten feedback regularmente. Dar buen feedback es un arte que pocos dominan. Recibirlo y actuar basado en ello tampoco es fácil. Aprendan a dar y recibir feedback. El feedback debe ser honesto, objetivo, leal y siempre constructivo. Es una fuente de aprendizaje, una oportunidad de desarrollo de competencias y de la personalidad. Sin embargo, aún un feedback dado por alguien que no estimamos, y seguramente tampoco admiramos, y que parezca injusto, parcial o incompleto, puede darnos alguna clave para analizarnos, buscar verdades e identificar características que se puedan mejorar. Cuando reciban feedback, pidan que sea específico y no genérico. Muestren interés por mejorar. Interroguen sobre su progreso. No adopten nunca una posición defensiva ni den excusas. Cuando les toque dar feedback, recuerden siempre ponderar en público y criticar en privado.

 

Entiendan la cultura de la organización para la que trabajan. Son las reglas no escritas. Averigüen cuáles son las competencias, características y factores determinantes para tener éxito en esa organización. Asegúrense de calzar en esa descripción. De lo contrario, adquieran las competencias y características que les falten o busquen otros horizontes. Si uno no las domina, todo se hace un poco más cuesta arriba. No confíen en que sus logros se les reconocerán y se les dará siempre todo lo que creen merecer. La causalidad, no es tan directa y automática en las organizaciones. Por eso hay que aprender a moverse políticamente y a negociar. Esto vale particularmente para las mujeres profesionales, ya que, en general, no descollamos en este aspecto.

 

Aprendan a decir “no sé”, y en seguida apréstense a llenar el bache; “no entiendo”, cuando algo no les quede claro, y “no puedo”, si realmente no están en condiciones de realizar la tarea solicitada con el nivel de calidad y en el plazo requeridos, pero asegúrense de que esto no afecte la reputación de dedicados y comprometidos, sino que muestre responsabilidad. ¡Es imposible asesorar si uno no entendió las premisas y a nadie se le justifica una tarea mal hecha por tener demasiado trabajo!

 

Discúlpense cuando se equivocan. Todos nos equivocamos de vez en cuando. No es el fin del mundo, aunque a veces uno sienta que es así. Háganse cargo del error, digan “lo siento”, no den excusas ni distribuyan culpas. Pregunten cómo pueden subsanarlo. Asegúrense de que el error se haya subsanado. Aprendan la lección y traten de no repetirlo. Desarrollarán reputación de confiables. Lo importante no es tanto no equivocarse, sino cómo uno reacciona ante la falta. Si lideran grupos, recuerden que los logros son de todos, pero quién debe asumir los errores es el líder del equipo.

 

Identifiquen mentores y sponsors dentro y fuera de la organización para la que trabajan. Los mentores aconsejan en relación al desarrollo profesional y ayudan a “navegar” la organización y entender la política interna. Los sponsors abogan por ustedes y ayudan a escalar los peldaños de la organización o facilitan acceso a otras oportunidades.  Estas relaciones deben basarse en la confianza.

 

Cuando se desarrolla una relación de mentoreo recíproco ganan todos los involucrados. Enseñarle a alguien de más edad los vericuetos de la informática o a navegar las redes sociales es una contribución generalmente apreciada, si no se les ocurre otra.

 

Hay quienes conforman una “junta directiva” de mentores, sponsors y otros confidentes a quienes recurren a lo largo de la vida y la carrera. A veces, los involucrados ni saben que integran ese órgano consultivo.

 

Pidan ayuda, cuando una tarea los exceda, cuando necesiten un contacto, cuando enfrenten un problema. Investigaciones en la materia muestran que hay muchas más personas dispuestas a ayudar que personas dispuestas a pedir ayuda. Tengan en cuenta que todo pedido de ayuda debe ser específico, relevante, realista e implicar una acción definida del requerido, y debe precisar el plazo en que la ayuda debería concretarse. También hay que ser específico al indicar porqué es importante. En general, todos somos proclives a ayudar en mayor medida que a solicitar ayuda. ¿A quién pedir ayuda? Hoy casi no hay límites, ya que las redes sociales nos permiten lanzar pedidos a una comunidad indefinida. El arte es saber a quién dirigirse en cada circunstancia. Es una habilidad que mejora con la práctica.

 

Agradezcan. Tanto por las cosas importantes como por las pequeñas, hasta que se vuelva un hábito. Agradezcan un ascenso o un aumento de remuneración, la oportunidad de trabajar en un proyecto de alta visibilidad, un contacto, una invitación a participar en un evento. ¡Verán que tiene efectos mágicos! Si le agradecen a un miembro de su equipo por una tarea bien hecha, sean lo más específicos posibles, es más efectivo que un simple ¡Buen trabajo!

 

Aprendan a manejar la presión (stress). El stress llegó para quedarse por eso debemos aprender a convivir con él.  Una cuota razonable de stress puede motivarnos; demasiado puede dañar nuestra salud. Depende de cómo lo manejemos. Como todos somos diferentes, cada uno debe determinar su nivel tolerable de stress.

 

Considerar al stress un desafío y no una amenaza es un buen comienzo. Identifiquen las causas de stress: exceso de trabajo, plazos incumplibles, tareas para las que no están suficientemente preparados, recursos escasos,  problemas personales, o la suma de varios aspectos. Si no pueden identificar las causas, será difícil encontrar soluciones.

 

Listen los problemas que deben resolver. Establezcan prioridades y plazos realistas. Asegúrense de poner los problemas en fila india, no todos lado a lado, ya que es imposible enfrentarlos todos al mismo tiempo.

 

Es posible entrenarse para enfrentar el stress de la misma forma que uno se entrena para competir en un deporte, empezando con tareas pequeñas y tomando cada vez más responsabilidad, a medida que se adquiere resiliencia. Respetar rutinas parece ser una herramienta eficaz (despertarse y acostarse a la misma hora, no saltear el tiempo de ejercicio, ni las comidas, etc.) Si están totalmente superados, a veces conviene consultar a un médico.

 

Aprendan a manejar el tiempo. Fíjense prioridades diarias y traten de respetarlas. No dejen que lo urgente se imponga frente a lo importante. El multitasking impacta sobre la eficiencia por la dificultad de ajustar la mente constantemente. Identifiquen el período del día en el que son más eficientes para enfocarse en las tareas difíciles y practiquen multitasking cuando les cuesta más concentrarse. Como todos somos diferentes, cada uno deberá encontrar su fórmula. Sin embargo, todos deberíamos evitar la perversa inclinación a dejarnos distraer por cada nuevo mensaje entrante y asignar períodos del día en los que no se nos deba interrumpir, y aún cortos plazos de alta concentración (“Técnica del Pomodoro”, llamada así por la forma del timer que marcaba plazos de 25 minutos de alta concentración, seguidos de cortas pausas).

 

Aprendan técnicas de meditación. La meditación no solo ayuda a controlar el stress, sino que, aparentemente, tiene efectos positivos en nuestra salud. Pocos minutos al día alcanzan.

 

Presten atención al lenguaje. ¿Qué dicen? ¿Cómo lo dicen? ¿Dónde y en qué ocasión? No olviden que el lenguaje define a las personas, tanto o más que la apariencia.

 

No descuiden la apariencia. Asegúrense de que su apariencia personal: peinado, guardarropa y accesorios corresponden a la imagen que quieren proyectar, a tono con la profesión, la función y la organización para la que trabajan. Esto se ha vuelto más difícil, a medida que la vestimenta se ha vuelto más informal y los límites entre lo adecuado y lo desubicado más borrosos. Si tienen límites de presupuesto, inviertan en accesorios de buena calidad (carteras o bijoux para las mujeres, corbatas (si no las han abandonado);  zapatos y cinturones para los hombres). Duran eternamente y realzan el guardarropa básico. Recuerden: ¡No hay una segunda oportunidad para crear una primera impresión! Hoy todos somos paparazzi y las fotos circulan por las redes, sin que uno tenga el más mínimo control. No se dejen sorprender con la guardia baja.

 

No desatiendan su salud. Asegúrense de que gozan de buena salud, física y mental; duerman lo suficiente, adopten una dieta sana, hagan ejercicio. No olviden los chequeos anuales. Piensen cómo quisieran estar en 10 o 20 años y adopten un estilo de vida en consecuencia.

 

Elaboren su propia definición de éxito. Para esto no existe “talle único”. Es sumamente personal, porque está íntimamente relacionado con los propios valores.

 

Reflexionen sobre sus vidas periódicamente. Asegúrense de ser felices o hagan los cambios necesarios. Clayton Christensen, un icónico profesor de Harvard, sostenía que al final de la carrera lo importante era cómo uno había impactado en las personas, más que los logros profesionales o materiales.

 

La vorágine de la vida cotidiana no debería hacerles perder el foco en materia de desarrollo personal y profesional. La carrera se construye ladrillo a ladrillo desde el primer día.

 

Finalmente, como dice mi profesora de gimnasia: ¡respiren, sonrían, pestañeen!

 

Ojalá que estos consejos les sean útiles.

 

¡Les deseo suerte y éxito en todo lo que emprendan!

 

 

Marval O'Farrell Mairal
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[1] Patricia López Aufranc fue 30 años socia de Marval, O’Farrell & Mairal. Actualmente es consultora.

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