Por Enriqueta Molina
Santamarina y Steta, S.C.
Cuando Usted escucha sobre frutas, seguramente piensa que son fundamentales para una dieta saludable: la Organización Mundial de la Salud recomienda consumir al menos 400 gramos diarios de frutas y verduras para prevenir enfermedades. A pesar de sus bondades, y al incremento reciente de su consumo, de acuerdo con la Fundación 5 x Día, en México ingerimostan sólo 245 gramos.
México ofrece gran diversidad de frutas, tanto nativas, como el aguacate (1.5 millones de toneladas), papaya (830 mil toneladas), tuna (570 mil) o guayaba (300 mil), como originarias de otras latitudes, como cítricos (7.7 millones de toneladas), plátano (2 millones de toneladas) o mango (1.4 millones de toneladas).
Pero el potencial que tiene nuestro país es mucho mayor, y hay productos mexicanos que podrían adquirir un mayor impulso, como la chirimoya, el zapote, el mamey, el saramuyo o la pitahaya (menos de 40 mil toneladas sumándolos todos).
Pero la investigación para la mejora vegetal en estos cultivos es incipiente. Y en otros con amplia tradición, como por ejemplo la naranja, el rendimiento promedio es bajo: 14 ton/ha, ocupando el lugar 45 en el mundo (Brasil, 25 ton/ha; Sudáfrica, 38 ton/ha).
Desde luego la producción depende de muchos factores, pero en estos ejemplos hay un factor común: TECNOLOGÍA: disponer de mejores variedades, utilizar materiales de propagación de calidad certificada, el manejo de la plantación, asistencia y capacitación, permitirían a México aprovechar su potencial.
Para producir frutas en la cantidad y calidad requeridas, los fitomejoradores han desarrollado variedades con mejores capacidades de adaptación a las condiciones climáticas, mayor resistencia a plagas y enfermedades, y menores costos de producción para favorecer al agricultor, y con características de forma, color y sabor que respondan a las expectativas del consumidor.
Para reconocer esta labor de fitomejoramiento, que demanda décadas en el caso de frutales, la protección al derecho de obtentor es una forma de retribuir la investigación, un incentivo para favorecer la inversión tecnológica y el comercio leal.
El pago casi simbólico de una regalía (que representa entre 0.3 y 1.5% del ingreso de un productor), puede apoyar el financiamiento para realizar más investigación y así generar mayor producción y diversidad de frutas, haciendo del campo un sector más competitivo. El impulso a la fruticultura contribuye a la generación de empleo, el arraigo de la población rural, el desarrollo económico y social, y desde luego, a que la sociedad consuma más frutas en beneficio de su salud.
A nivel internacional, los obtentores de variedades de 27 países están organizados desde hace más de 50 años en una organización denominada CIOPORA (Comunidad Internacional de Fitomejoradores de Plantas ornamentales y frutales de reproducción asexuada), foro desde el cual contribuyen al entendimiento de los trabajos de mejora vegetal, la importancia de proteger y estandarizar la regulación de la propiedad intelectual para favorecer el trato justo a los investigadores dentro de la cadena de valor de las especies que se multiplican de forma vegetativa, como es el caso de los frutales.
Santamarina y Steta se suma a este esfuerzo, con la convicción de que México cuenta con las capacidades, condiciones y diversidad genética para aprovechar el potencial productivo en el sector frutícola, tanto para promover el consumo nacional, como para el mercado de exportación, por lo cual se ha convertido en la primera firma legal mexicana que forma parte de CIOPORA, lo que permitirá a sus clientes contar con la garantía de un servicio especializado, de vanguardia y conectado con los líderes y tendencias mundiales en la materia, enfocado hacia la protección y ejercicio eficaz del derecho de obtentor.
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