Desde FORES manifestamos nuestra preocupación ante el creciente número de casos en los que se verifica la utilización del sistema judicial —y en particular del proceso penal— como instrumento de presión o manipulación en disputas familiares, especialmente en torno a regímenes de cuidado y de comunicación de los hijos menores.
La actuación de ciertos profesionales del derecho y de la salud mental quienes, apartándose de toda ética profesional, promueven o convalidan la fabricación de denuncias falsas de abuso sexual infantil, constituye una grave vulneración de derechos fundamentales y socava los pilares del Estado de Derecho.
La utilización de menores como medio procesal, la inducción de relatos en espacios periciales informales o sin control judicial adecuado, y la activación de medidas cautelares gravosas sin evidencia seria ni contradicción procesal, deben ser objeto de condena institucional y revisión urgente por parte de los poderes del Estado.
Reiteramos que la protección del interés superior del niño obligación no solo moral, sino constitucional, requiere, precisamente, garantizar su derecho a la verdad, a la integridad emocional, al contacto con ambos progenitores y a no ser víctima de disputas adultocéntricas judicializadas de manera violenta o mendaz.
FORES exhorta a:
- Las autoridades judiciales, a ejercer un rol activo en el control de legalidad de los procesos y evitar convalidar denuncias carentes de sustento fáctico;
- Los colegios profesionales, a iniciar sumarios cuando se detecten actuaciones irregulares de abogados o peritos, en defensa de la ética profesional;
- El Ministerio Público, a investigar con el mismo rigor tanto los hechos denunciados como la posible comisión de delitos por falsa denuncia o manipulación de menores;
- Y a los poderes públicos nacionales y provinciales, a promover reformas normativas que prevengan estas distorsiones y resguarden los derechos de los niños frente al uso espurio del sistema judicial.
En la manipulación de un menor no hay diferencia entre omisión, complicidad o silencio. El Poder Judicial y todos quienes, en sus respectivos roles, participan de los procesos, están llamados a actuar con firmeza y sin dilaciones.
Por Pablo A. Pirovano y María Julia Fornari
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