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Jueves 17 de Septiembre de 2009
Luces y Sombras de la Nueva Corte Suprema (2003/2009) / Balance (v.2)
Por Horacio M. Lynch
Lynch & Asociados Abogados
La crisis del 2001 terminó de destruir el sistema político y la institucionalidad en la Argentina. Para restablecerlo era importante contar con una Corte Suprema respetable y respetada. La actual integración es ciertamente mejor que la anterior, y reúne estos requisitos.
Pero la anormalidad que representó el recambio requería un esfuerzo especial que a mi juicio no se ha logrado todavía y está en deuda. Aun así, la calidad de muchos de sus integrantes deja la esperanza que, reaccionando con un cambio de actitud pueden remontar lo perdido. Todavía se está a tiempo.
El proceso de deterioro de la Justicia, que continúa avanzando, exigía grandes esfuerzos para revertirlo. La crítica se centra más por lo no hecho.
Por otro lado, el contexto general del país, los desenfrenos del PE., con el autoritarismo y la corrupción avanzando, requiere una presencia más vigilante.
Como se dice el cambio era indispensable. Pero respecto de este tribunal cabeza de un Poder del Estado hay dos problemas: por ser una institución permanente, cualquier modificación por causas no naturales importa un alto costo institucional y requiere un procedimiento excepcional ajustado a derecho, a riesgo de agravar la situación. En segundo lugar, si afecta sensiblemente la integración del tribunal, los reemplazantes no sólo deben ser destacadas personalidades sino que, se deben seleccionar en forma plural, entre las distintas corrientes políticas, con criterios de grandeza y no responder al arbitrio del circunstancial designante.
En nuestro caso los desplazamientos se hicieron mal. Fueron sesgados, sin que se aclarara porqué accionaba contra unos y no otros. El juicio político a los que resistieron (Moline O’Connor y Boggiano) fue penoso.
Una segunda circunstancia no puede ser ignorada, y debe integrar el núcleo de un juicio valorativo: los reemplazos, si bien recayeron en destacados juristas, fueron hechos por una misma persona con lo que se cambió un grupo por otro, mejor, sin duda, pero de alguna forma parecido. Los fallos en línea con los deseos del gobierno tendrían distinto valor si hubieran sido dictados por una Corte con una integración preexistente o de diversos orígenes, en vez de por una formada por una sola persona del mismo gobierno. Por este arbitrio tenemos una Corte de siete miembros (que en breve serán seis) de los que cuatro tuvieron la misma propuesta. Esto no es imputable a los nuevos Ministros, pero el reparo queda. Como la Argentina ha pagado un alto costo institucional debe exigírseles más. Si el fin no justifica los medios, y menos en este campo, el recambio de la Corte por obra y gracia del matrimonio Kirchner, tiene una capitis diminutio, un hándicap en contra, que tiene que remontar. Su hipotética superior calidad no repara los errores en el proceso y en la forma como se hicieron las designaciones.
Este trabajo intenta analizar a la NCSN en todas las dimensiones de sus responsabilidades. Hoy esta Corte goza del respeto que la anterior integración carecía. Pero la confianza en la Justicia continúa midiendo mal en las encuestas. Del mismo modo algo falla cuando la Argentina carece de seguridad jurídica o de “clima de negocios”. Y esta Corte no aparece todavía con estatura para garantizarla en lo que le corresponde. Padecemos de una inédita crisis de seguridad física aspecto en el que la Corte no puede esquivar su responsabilidad. En momentos en que la corrupción en la Argentina ha recrudecido a niveles insoportables – se extraña la presencia de sistema judicial que actúe de freno, control y castigo.
Aquí detecto fallas en su responsabilidad como cabeza del Poder Judicial. En cuanto a esta magna responsabilidad, si bien se encaró con fuerza y criterio la reforma judicial, luego se ha ido diluyendo y no se ha concretado en nada positivo. No ha sido capaz de detener el deterioro que viene de hace décadas y comenzar la recuperación con lo que – por la simple inercia - la situación hoy es peor que en 2003, cuando comienza el recambio. Se elogia un “activismo judicial” en la Corte, pero en verdad advierto “inmovilismo judicial”.
Es significativo que ni siquiera ha completado los cambios en la propia Corte.
Lo ocurrido con el Consejo de la Magistratura no es ajeno a la NCSN, pues debió haber actuado enérgicamente. Cuando detentaba su Presidencia, para ejercerla efectivamente y poner orden, verificar su funcionamiento y proponer reformas. De haberlo hecho, la modificación de la entonces Senadora y hoy Presidente Cristina Fernández de Kirchner no se hubiera producido. Y cuando ésta propone la reforma, debió haber impedido que se concretaran sus aspectos negativos en vez de callarse o hasta manifestar aprobación (Lorenzetti).
En el trabajo se han destacado otros temas importantes que la Corte ha encarado, en algunos casos muy bien, y en otros, por necesidad ante la inacción del Congreso. Resalté en un estudio anterior, como algo histórico, el caso ATE que declaró la inconstitucionalidad de la Ley de Asociaciones profesionales, una deuda con la democracia.
Es delicado opinar sobre actuado en materia de DD.HH. Se han tomado decisiones transcendentes pero al costo de dejar de lado principios y garantías inmanentes. De todas formas este trabajo no entra a analizar el fondo de la cuestión, pues excede en mucho sus límites.
En cambio, se critica cómo actuó la Corte ante las consecuencias de sus decisiones. Al haber pagado un costo muy grande (llegar al resultado de procesar a la represión ilegal obligó a ignorar principios y garantías muy importantes), se estaba frente a decisiones trágicas que quizás debieron tomarse pero de las que nadie puede vanagloriarse. Por lo que hizo, la Corte debe controlar que se cumpla con todas las garantías. No puede desentenderse de cómo se encara la situación. Y considero “institucionalmente incorrecta” la respuesta de la Corte frente a los reclamos del PE por las demoras en los juicios. El pedido de más presupuesto y personal desnuda por otro lado, la falta de ideas y de racionalización y eficiencia de la Corte en relación con el sistema judicial.
En síntesis, esta integración de la Corte es mejor que la anterior. Pero la anormalidad que implicó el recambio requería superación. El proceso de deterioro de la Justicia, que continúa avanzando, exigía más esfuerzos para revertirlo. Por otro lado, el contexto general del país requiere una presencia más vigilante. Esta Corte ha hecho mucho positivo como también negativo. Y es mucho lo que ha dejado de hacer.
Creo conveniente que los integrantes de la Corte reciban un clamor y un toque de atención de la ciudadanía que les ayude y les haga reaccionar. Por ello, con muchas dudas, pues aprecio muchos aspectos positivos pero también otros negativos, comencé este trabajo para no opinar sin fundamento. La importancia institucional de la Justicia y del Alto Tribunal que la preside, justifica este estudio ya que su concurso es esencial para un reencauzar a la Argentina en la senda institucional. Aspiro a contribuir a provocar un debate que termine sacudiendo al Alto Tribunal. Y a que la ciudadanía, los medios y las instituciones evalúen, propongan, exijan y ayuden para que la Corte Suprema esté a altura de las circunstancias, se concentre en sus funciones, y revierta el deterioro de la Justicia.
En mi balance queda en deuda, falta alcanzar el nivel que requiere la crisis del país. Aun así, la calidad de sus integrantes deja la esperanza que, con un cambio de actitud, pueden recobrarse.
El ensayo completo puede ser visto haciendo click en el siguiente link
http://www.lynch-abogados.com.ar/CSN/Public/HML/LS-NCSN-3Sept09.pdf
Abogados.com.ar Agradece la colaboración del Estudio Lynch & Asociados Abogados.
www.lynch-abogados.com.ar
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