En los últimos años se ha observado, en especial en la era post pandemia, un fenómeno en la Argentina: “la fiebre del sold out”. Las bandas tanto nacionales, como internacionales agotan entradas en cuestión de minutos. No estamos hablando de precios bajos, y, en la mayoría de los casos, no existe oferta de financiación de los bancos. Algunos atribuyen este fenómeno a un efecto post pandemia, de querer hacer lo que antes no se pudo, del bajo poder de ahorro de los consumidores, del síndrome del “fomo” y a las comodidades de la venta online.
No importa si es Taylor Swift en River, Banda los Chinos en Niceto, Babasónicos en el Movistar Arena, Biza en el Campo Argentino de Polo o Luis Miguel. Lo importante es disfrutar y pasarla bien. A pesar de la gran crisis económica que atraviesa la Argentina, los consumidores no dudan en destinar parte de sus ingresos a este tipo de eventos. Si bien es verdad que, en el 2022, muchos de los eventos fueron shows que habían sido reprogramados por la pandemia o giras pendientes, el fenómeno de agotar en cuestión de horas continúa.
La venta online, aunque trajo muchos beneficios, también trajo algunos inconvenientes. En general, nos encontramos hablando de estafas hacia los consumidores por venta de entradas falsas o inexistentes, de hurto/robo de tarjetas o de datos del titular, o bien, de situaciones en las cuales menores de edad compran cantidades de entradas para sus amigos con la extensión de la tarjeta de sus padres, quienes luego desconocen la compra. Sin embargo, está teniendo lugar un modus operandi habitual, a través del cual se desconocen los gastos realizados con la tarjeta, en este caso las entradas a los shows. En estos casos los desconocimientos se suelen dar antes del show, por lo cual el ticket se cancela y no genera mayor inconveniente. Ahora bien, lo que preocupa es que se está dando una situación que afecta directamente a las productoras, por medio de la cual, no son los titulares de la tarjeta los estafados, si no la productora. Esto se debe a que el titular realiza la compra por su propia voluntad y de forma consciente, asiste al show y luego desconoce la compra para no afrontar el gasto de la entrada. La persona adquiere la entrada pocos días antes del show, ya que tiene un tiempo límite para el desconocimiento y, posteriormente, desconoce el gasto. Esto es un problema para la productora, ya que la persona ingresó al show, generando una serie de derechos hacia los diferentes sectores y asociaciones que intervienen en la realización del evento, que luego debe afrontar la productora.
Si bien en algunos casos pueden ser desconocimientos aislados, este fenómeno se viene acrecentando en el último tiempo, lo cual genera una gran pérdida para la productora.
Uno de los principales conflictos que trae aparejado este fenómeno, se da entre la productora y SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), sociedad de gestión colectiva que regula los derechos de los autores y compositores.
A pesar de que los shows están haciendo furor en nuestro país, no se trata de una industria fácil de llevar. Son muchas personas las que intervienen para realizar un show ya sea chico, mediano o grande. Muchos egos, derechos e intereses. Los grandes reguladores de derechos en esta industria son las Sociedades de Gestión Colectiva. Una de las de mayor peso en nuestro país es SADAIC, la cual se encarga de percibir y distribuir los derechos de autores y compositores. Esta sociedad cobra el 12% sobre la recaudación del show. Para SADAIC, toda persona que ingresa al show, genera un derecho a favor del autor/compositor y se debe pagar por ese derecho. Así, quien resulta perjudicada por la estafa es a la productora, sin poder descontar los montos en cuestión de lo percibido por la sociedad. Sin perjuicio de ello, se calcula que un 3% de los que ingresan al show lo hacen de forma gratuita, por ejemplo, como invitados, no contándose estos casos dentro del mencionado 12%.
Las productoras resultan ser las principales y únicas afectadas, siendo quienes absorben el gasto de la estafa. Lo que éstas buscan, en consecuencia, es evitar el pago a SADAIC de la persona que, si bien vio el show, no pagó por él mismo, al desconocer la entrada.
A modo de conclusión frente a esta problemática actual, la cual es de difícil control y prevención, creemos que una solución podría ser un acuerdo entre las productoras, tickeadoras y SADAIC para amortizar el gasto que se genera por este tipo de fraude. Teniendo en cuenta que sería casi imposible prever esta suerte de engaño antes del show y que haya un control al ingresar al mismo, podría preverse dentro de la cantidad de personas que ingresan al espectáculo, un porcentaje para este tipo de estafas y que la productora no absorba la totalidad de los gastos. A saber, la empresa que lleva adelante el show debe pagar un 12% a SADAIC en relación a la recaudación obtenida, se calcula que un 3% ingresó de forma gratuita. Así, podría preverse un porcentaje o monto fijo para este tipo de estafas y que sea descontado de lo adeudado a SADAIC. Si bien la productora tiene 15 días desde la fecha del show para efectuar el pago a la asociación, otra posibilidad es extender este plazo a 20/25 días para que se puedan detectar este tipo de estafas y que no sean absorbidas por la productora o al menos no en su totalidad. Por otro lado, también puede plantearse una especie de reintegro, a saber, que se efectúe el pago dentro de los 15 días, pero dando un plazo de gracia de 10 o 15 días adicionales para el caso de que pueda demostrarse que se llevó a cabo una estafa, de forma tal que pueda reintegrarse el dinero a la productora.
A su vez, se podría dar un control mayor por parte de las tarjetas, siendo más estrictos con este tipo de desconocimientos. Controlando que la persona que ingrese al show no sea luego la titular de la tarjeta que desconozca el pago. O siendo más estrictos con los desconocimientos post shows. Sin dejar de lado los derechos de los consumidores, siendo esta la parte más débil de la relación contractual. Podría advertirse en los términos y condiciones de las páginas donde se adquieren las entradas y la de los bancos, que se darán ciertas restricciones con este tipo de devoluciones. Sumado a carteles/aclaraciones que fuesen de fácil acceso al consumidor.
Las soluciones expuestas buscan dirimir la problemática planteada y encontrar un camino a una situación que viene haciéndose cada vez más presente en la industria. Se busca velar por los derechos e intereses de todos los involucrados, entendiendo que muchas veces sería difícil llevar estas soluciones a la práctica. Entendemos que, para brindar una solución justa, es necesaria la colaboración y acuerdo de todos los sectores; empezando por la concientización de y hacia los consumidores, para evitar que lleven a cabo este tipo de estafas.
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