¿De Quién Debe Depender el Abogado Interno?

Sigo sin encontrar una buena expresión para abogado interno de empresa, en este campo, también los anglosajones han encontrado un término mejor para la función: “Legal Counsel” siempre acompañado de junior o senior, por supuesto. Y es que creo que el término de abogado interno no acaba de definir exactamente la función. Pero esto da para otro post y no es lo que nos ocupa hoy, si no de quién debe depender la función jurídica dentro de las empresas.

 

Está claro que el perfil de los abogados de las asesorías jurídicas ha cambiado. Han pasado de ser unos perfiles muy reactivos, que sólo actuaban en caso de conflicto, a ser, en la actualidad, claves para las operaciones de negocio. El marco regulatorio y la presión en cumplimiento normativo, han hecho que su criterio sea importante y de gran valor en las empresas. El abogado interno era, en cierta manera, ajeno a conceptos empresariales como el marketing y la comercialización de productos. Hoy en día, la tendencia general es que la función del abogado interno sea estratégica, ya que la resolución de determinados conflictos y arbitrajes, por ejemplo, tienen impacto en la propia cifra de negocio.

 

Los primeros abogados internos, que se ficharon en las empresas eran los abogados (o licenciados en derecho) fiscalistas, especialistas en tributos, y dependían del Director Económico - Financiero y esa dependencia que tenía sentido y que respondía a una especificidad de la tarea, ha creado en algunas empresas un mal entendimiento y un error de concepto de la función jurídica. Por eso nos encontramos que en algunas empresas aún depende la función jurídica del Director Económico- Financiero. Es en esos casos, en los que se desvirtúa la la función y hace perder eficacia y visibilidad al asesor jurídico interno.

 

El “In House” presta un asesoramiento trasversal a casi todas las áreas de la empresa y su criterio, sin duda, añade valor y elimina riesgos no sólo económicos, sino de impacto reputacional y de desgaste de la compañía. Lo que es habitual es que el resto de áreas funcionales y sus directivos tengan escasa formación en temas legales o sean poco sensibles a los riesgos y el impacto en el que  pueden incurrir. Ahí la labor del abogado interno, que debe formar y comunicar sistemáticamente los riesgos legales para hacer entender y valorar la función. Por supuesto, si la Dirección General no lo ve como prioritario y respalda al abogado interno, será una tarea mucho más complicada y acarreará más riesgos. En el mundo tan regulado en el que nos encontramos es importante que los directivos tengan esa sensibilidad legal. Lo que no puede ocurrir es que el abogado se convierta de repente en la persona más importante de la empresa cuando haya una inspección o un pleito, sin dotar a la función de carácter preventivo o no involucrándola en las operaciones o procesos estratégicos desde el primer momento. Aunque, haciendo honor a la verdad, esos hechos han sido determinantes para la propia evolución de la función.

 

Por estos motivos, creo que a quién reporta y qué nomenclatura tiene la persona que asume la función es tan importante para que sea efectiva y de valor en las empresas. No denota lo mismo, servicios legales que asesoría jurídica que departamento legal. No tiene sentido que entendida de esta manera transversal y formativa dependa del Director Económico – Financiero. Como mínimo debe depender del Director General o bien del Consejo. Este reporting le permitirá poder participar y conocer mejor el negocio y ayudar a referenciarlo en el marco legal, tan importante a día de hoy para las empresas. Además de darle importancia y credibilidad en la relación con las demás áreas.

 

Uno de los principales retos de los abogados en las asesorías jurídicas es hacer entender el valor de la función y crear sensibilidad hacia los temas legales, en definitiva, cultura y valores legales de empresa. Muchas veces la percepción de otros departamentos es que son los que dicen siempre no, los que ponen palos en las ruedas en las operaciones de negocio y los que nunca entienden nada. Creo que en este sentido, en algunas organizaciones, históricamente ha podido ser así, pero hoy en día el abogado de una compañía se ha convertido o desde luego puede ser, un directivo más, capaz de aportar criterio, a la vez que soluciones en determinados marcos legales específicos para cada negocio.

 

Por Eugenia Navarro
Fuente: Blog Fuera de Ley - Expansion.com

 

 

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