En una entrevista concedida a Abogados.com.ar, el abogado Claudio Cesario, presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), comentó que se ha renovado el interés en el exterior por empresas argentinas, que están baratas respecto de Latinoamérica. Las primeras operaciones podrían concretarse a fin de año.
Hasta ahora el mercado de M&A estaba totalmente paralizado, ¿se ha renovado el interés en el exterior por la adquisición de empresas y bancos argentinos a raíz del cambio de Gobierno?
De un tiempo a esta parte se ha incrementado la llegada desde el exterior de banqueros de inversión que vienen a ver la Argentina, su economía, la posibilidad de negocio y sí, en el último tiempo se incrementó de forma interesante la llegada de observadores o de potenciales interesados en realizar inversiones.
¿Los proyectos de negocios son para 2015, para 2016?
Se trata de operaciones de largo aliento. Aunque depende del volumen de la empresa y del plazo del proceso de due diligence. Pienso que las primeras operaciones se estarán concretando, si es que se concretan, a fin de 2015 y muchas en 2016. Donde sí hay una buena oportunidad de negocio y uno ve que la Argentina tiene una buena oportunidad como país, es en el acceso al mercado internacional. Hoy la oferta global de fondos es grandísima, 21 veces el PBI de Latinoamérica en su conjunto. Por lo tanto, para Argentina sería una muy buena decisión acceder a los mercados de capitales para tomar deuda para hacer la infraestructura que le falta. Esa infraestructura haría que nuestras compañías valieran más.
¿Cómo se puede mensurar hoy el valor de las compañías argentinas?
Las empresas argentinas hoy cotizan en Bolsa muy por debajo de lo que son sus comparables de América Latina: Perú, Chile, Colombia, Brasil, México. Todas las empresas similares, trasladadas a otros países, hoy valen más. ¿Por qué es eso? Por algo que explica muy bien (el economista) Orlando Ferreres, que es el bajo nivel del capital institucional en el país. O sea que Argentina no cumple con las reglas. Si lo hiciera, y cumpliera básicamente con el mandato de la Constitución, todas nuestras empresas valdrían el doble, ya que este es el promedio de Latinoamérica. De todos modos, con los valores que tienen las empresas argentinas en relación con sus comparables, el inversor probablemente diga “la compro igual, porque está muy barata”. Desgraciadamente esto afecta los intereses de los argentinos dueños de las compañías. Ferreres habla de capital natural, en el que estamos por encima de la media; de capital producido, que es cuánto le agrega el trabajo, y estamos por debajo, porque el ahorro no se invierte en el proceso productivo, se ahorra en ladrillos, va al exterior, al colchón, etc.; y del capital institucional o intangible, que según un estudio, es 7 y 10 veces menor que el de muchos de los países computados y 2 veces menor que el promedio mundial.
Hablemos de los bancos. Regulaciones como tener que previsionar multas, que una parte fija de los depósitos se deba utilizar en inversión productiva, que haya que ofrecer préstamos a tasa subsidiada, que las multas del Banco Central en su cruzada contra el dólar blue se publiquen, dañando la reputación de los bancos, ¿cómo impacta en su valor?
Hoy por hoy el valor de los bancos está afectado también por el tema institucional. Pero nuestros bancos, al margen de las recientes regulaciones, en octubre del año pasado valían mucho menos de lo que valen en el mercado hoy, producto de las expectativas de los inversores. Hoy desconozco si alguien se plantea invertir o no en los bancos por estas nuevas regulaciones. Lo que hacen estas regulaciones del Banco Central es que los bancos cuenten con menores disponibilidades para pagar los dividendos y quienes invierten en la bolsa no lo hacen pensando en la renta de los dividendos. El Banco Central recientemente estableció de los capitales mínimos un 1% más por los activos en riesgo. Esto es, cuanto más activos tiene, menor es la posibilidad de pagar dividendos a los accionistas. Lo mismo cuando se determinó un margen de liquidez. Cuanto más grande es el banco y mejor le va, más penalizado se encuentra. Sin embargo reitero el valor de los bancos no está afectado por esto. Hay muchas medidas que uno puede considerar buenas o no, según la posición política que adopte, pero estoy seguro de que cualquier gobierno que venga va a tener que solucionar algunas de estas cosas para que el negocio se vuelva a dinamizar. No se puede castigar al que más crece o que más activos tiene. Para dar una idea, la Superintendencia de Seguros permite la revaluación de activos y el Banco Central, no. Si los bancos pudieran valuar sus activos conforme a mercado, tendrían más capital y más posibilidades de ofrecer créditos.
¿Cómo están los bancos en calidad de oportunidades de negocios para inversores del exterior?
Aquel interesado en adquirir un banco en la Argentina tiene que pasar por la previa autorización del Banco Central. Todas las operaciones se concretan ad referéndum de la autorización del BCRA que las adopta por directorio. Esto significa que no hay oportunistas que se quieran dedicar a comprar un banco para obtener una ganancia de muy corto plazo. El que desea comprar un banco en la Argentina, tiene que saber que ingresa para estar un largo tiempo y que está apostando a una Argentina con un desarrollo sostenible y perdurable en el tiempo. Hoy invertir en un banco y trabajar bien significa generar mercado y clientes, y eso se gana trabajando y siendo eficientes. Y en ese sentido, la regulación de que venimos hablando afecta el negocio de clientes. A los bancos se les recrimina tener supuestas ganancias exorbitantes, y en realidad, se trata de ganancias nominales, si se deflactan por inflación; el retorno real sobre el patrimonio es menor que los países comparables de Latinoamérica.
¿Qué problemas tendría un banco que quisiera comprar una entidad y hacer negocios hoy en la Argentina?
Problemas no va a tener, lo que sí tendrá que hacer son los mismos negocios que hacen todos los bancos que operan en la Argentina y cumplir los requisitos para obtener la autorización del Banco Central. Esta entidad está diciendo a los bancos cómo hacer negocios. Por otra parte, los depósitos están creciendo más que los créditos, y no es porque los bancos no quieran otorgarlos, sino porque no hay demanda, porque faltan interesados en endeudarse. Si no vienen personas que califiquen como sujetos de crédito según la normativa del Banco Central, no se les puede prestar. Por ejemplo, si alguien no tiene balance, o tiene rentabilidad negativa o nula, no es sujeto de crédito. No se puede subsidiar desde un sector privado a otro sector privado. Los subsidios en todas las economías del mundo, generalmente los otorga el Estado cuando quiere apoyar a un sector o a una industria. No lo hace doña Rosa, que es el depositante, o el accionista mayoritario de un banco. Eso es transferencia de riqueza de un sector privado a otro y yo no lo comparto.
Leyes como la Ley de Abastecimiento, la reciente regulación de la Ley de Defensa del Consumidor, algunas leyes laborales pueden ser un exceso regulatorio que implica inseguridad o costos para las empresas y que pesan a la hora de negociar un precio…
El mundo tiene una tendencia en pos de los derechos del usuario y del consumidor, todas las empresas lo tienen que tener incorporado, trabajen acá o en cualquier lado. El problema es cuando hay excesos reglamentarios o normas que no condicen con la media de los países a los cuales Argentina está acostumbrada a mirar y a compararse. Esto influye en el que tiene que invertir en la Argentina. Cuando la presión tributaria es del 38% o más, el inversionista va a ir a países donde el ratio sea menor. Lo mismo en todo lo que sean regulaciones que afecten a un determinado negocio.
¿Cómo pesa en el valor de las compañías que exista un mercado paralelo de divisas?
Una vez más, el problema de la Argentina es institucionalidad y confianza. Si la moneda argentina valiese lo que a todos nos gustaría y fuera una medida de cuenta que se mantuviera incólume a lo largo del tiempo, el dueño de la compañía no trataría de protegerse fijando el valor de la operación en dólares. Hoy, como hay un mercado libre de cambios que está regulado, y el que compra del exterior debe ingresar la divisa, se la vende al Banco Central y el BCRA da pesos al tipo de cambio oficial, el vendedor está teniendo una pérdida frente a lo que él entiende que vale el dólar en la calle. Esto seguramente afecta la fijación del precio de la compañía.
¿Cómo es posible que venga una empresa del exterior a la Argentina si sabe que no va a poder repatriar dividendos?
Es un tema que complica al comprador si es un inversor de corto plazo, pero más que por los dividendos por la posibilidad de repatriar el capital invertido. Quien viene a hacer una inversión estratégica sabe que el tema de los dividendos, en el mediano plazo, es un problema que va a estar resuelto en la Argentina. Es irrazonable suponer que un accionista que invierte capital en una compañía, no pueda tener un retorno de su inversión, retorno que debiera ser parecido y razonable a los países comparables de la región.
¿El tema laboral afecta especialmente en el due diligence?
Todo lo que sea regulaciones que afectan la libre capacidad de las empresas para contratar y que supone mayores costos, son cuestiones que en los procesos de due diligence, los abogados locales y del exterior que analizan una compañía toman en cuenta. El pasivo laboral, al igual que el fiscal, es de las luces amarillas o rojas que siempre se van encendiendo a la hora de determinar el precio de una compañía. Y esto se traduce en el pago del precio directo o por la afectación de las garantías de los pasivos ocultos, que básicamente son fiscales, laborales y de la seguridad social y de medio ambiente.
¿Próximos gobiernos van a poder sostener que los ferrocarriles pueden ser privatizados sin indemnización?
No soy experto en la materia, pero entiendo que básicamente lo que hoy le queda a la mayoría de las empresas es el gerenciamiento del ramal. No sé si conservan la concesión y cuánto ha hecho el Gobierno para poder decir les saco la concesión sin pagar por ello. En el Estado de derecho nadie puede sacar una concesión sin pagar lo que es justo. Por eso, la palabra mágica se llama institucionalidad y respeto a la Constitución.
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