Mirar para adelante y recordar con orgullo el pasado: Héctor Palacio repasa la historia de Palacio & Asociados en su 90° aniversario y comparte la visión que le permitió a cuatro generaciones de abogados convertirlo en uno de los más importantes Estudios de Propiedad Intelectual de la Argentina.
Como Alejo Carpentier en Viaje a la Semilla o Fitzgerald en El curioso caso de Benjamin Button, Héctor Palacio prefiere ir en contra de la cronología y focalizar en el pujante presente y auspicioso futuro de Palacio y Asociados para luego desgranar el pasado. Entre anécdotas y curiosidades, va relatando los profundos cambios que atravesó el estudio en sus primeros noventa años de historia, al cual ingresó en 1974. Un estudio al que, gracias a una generación de socios que hace más de una década consolida su liderazgo, un multidisciplinario equipo de abogados especializados y un dinámico y calificado equipo de colaboradores, la irrupción de la inteligencia artificial y sus desafíos lo encuentra bien preparado.
La construcción de una clientela fiel y variada
Lejos quedaron las célebres épocas de subirse a aviones con presupuesto ajustado y rumbo incierto para conquistar clientela del exterior y convertir al estudio en una firma con perfil internacional. Años en los que cada partida implicaba anticipar y programar el trabajo para los días de ausencia y generaban la angustia e incertidumbre de la desconexión de la rutina diaria de la oficina que, gracias a las nuevas tecnologías, permite que hoy se mantengan reuniones con los clientes mientras los socios se encuentran en conferencias internacionales sin más inconveniente que la mera diferencia horaria.
Pero todo ese esfuerzo y avidez de futuro rindieron sus frutos: hoy el estudio cuenta con un equilibrado balance entre clientela internacional y nacional, dentro de la que se encuentran empresas multinacionales, Pymes exportadoras y emprendimientos de alcance local y todos ellos reciben la atención personalizada que distinguió al estudio desde el primer día. Héctor se enorgullece cuando relata que aún asesora a clientes con los que su padre forjó una estrecha amistad y que fueron creciendo en paralelo con el estudio, mientras enumera a reconocidas firmas internacionales a las que hoy representan. Agradece también tener un equipo sólido gracias al que pueden brindar una respuesta rápida y efectiva a la clientela internacional, que exige velocidad de respuesta, alto grado de especialización y adaptación a sus sistemas de gestión.
Almacenadas también en la retina están lás épocas en los que su padre intercalaba su tiempo entre las visitas de los clientes y la recorrida por los escritorios para compartir experiencias con los miembros del equipo, a quienes siempre supo escuchar y comprender. Héctor asimismo recuerda cuando su padre abría un sobre con una solicitud de patente alemana y todo el equipo corría a festejar la noticia, pues décadas atrás no era habitual recibir este tipo de encargos desde el extranjero. Mientras continúa rememorando, reconoce que fue su padre quien fijó los cimientos y marcó la impronta que caracterizaría al estudio hasta el día de hoy: la calidez en el trato ante todo y el clima familiar puertas afuera y adentro.
Estar a la vanguardia y adaptarse a los cambios: la tecnología como aliada
Volviendo al presente, afirma que todo se logra con una buena distribución de roles en el equipo y con la flexibilidad de reacomodarse cuando es necesario o un caso requiere de una mirada multidisciplinaria. Repensar, siempre repensar el estudio entero ante cada cambio y así adaptarse a las nuevas necesidades y desafíos.
Recuerda cómo, no tantos años atrás, las primeras horas de los lunes servían para fotocopiar los faxes que llegaban de Asia en el fin de semana o, en un pasado más lejano aún, pasaba el encargado de correspondencia por todos los escritorios a retirar los sobres que debían despacharse con los títulos de marcas o patentes concedidas. Hoy felizmente todo es digital y el estudio es paperless hace más de 15 años, lo que fue una ventaja competitiva muy importante cuando tuvieron que enfrentar la pandemia, ya que tenían acceso a la historia de todos los expedientes desde sus casas y el cambio abrupto de modalidad de trabajo se produjo sin sobresalto.
Héctor reconoce que el hecho de haber estado tecnológicamente tan a la vanguardia es, en alguna medida, un vicio profesional, pues el departamento de patentes y nuevas tecnologías está en permanente contacto con la innovación y siempre fue una prioridad invertir en sistemas de digitalización. Se impresiona cuando recuerda cuando la custodia de las marcas se hacía revisando boletines que venían en formato de libro y se anotaban las renovaciones de las marcas en un fichero. En menos de una generación todo eso es historia y las pantallas desterraron todo vestigio de papeles amarillentos y el ruidoso tipeo en máquinas de escribir descompasadas.
Otro de los aspectos que destaca es que la actividad ha ido creciendo en importancia en los últimos años, pues muchas de las compañías líderes constan de un patrimonio mayormente compuesto por IP. La producción de contenidos, el desarrollo de software, los esports, tantas nuevas áreas comparadas con el tradicional mundo de las marcas y las patentes. Un presente desafiante, pero en el que los valores siguen siendo los mismos desde hace casi un siglo: entender las necesidades de los clientes, adaptarse a ellas y brindar soluciones de manera rápida y efectiva.
Por último, Héctor se emociona al reconocer que con la cuarta generación ya en puestos de liderazgo, todo parece auspicioso: mira la foto de su equipo y vislumbra un futuro con muchísimos desafíos y logros en buena compañía.
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