¿Flexibilización laboral o caso testigo a imitar?

Por Walter Godoy
Basílico, Santurio & Andrada

 

Desde hace algunas semanas han comenzado a surgir  del seno del  Gobierno Nacional varias ideas y/o propuestas relativas a reformas a los impuestos al trabajo, fomento de las pasantías, reformulación de algunos convenios colectivos de trabajo de la década de los 70 y hasta la revisión y negociación de determinadas cláusulas o adicionales contemplados en los mismos.

 

En este marco contextual, el pacto arribado recientemente entre el sector empresarial petrolero de Vaca Muerta, Gobierno provincial y el Gremio Petrolero –hasta el momento no firmado-, con la intervención del Gobierno nacional es una demostración auspiciosa del cambio en materia laboral que necesita nuestro país.

 

En efecto, a través de dicho acuerdo, cada una de las partes cedió algunas de sus prerrogativas en pos de un mayor bien común. El sector gremial accedió a eliminar las denominadas “Horas Taxis” que eran cobradas como horas extras por los trabajadores, la reducción de equipos de trabajo, la multifunción de los empleados petroleros, la jornada laboral de lunes a viernes para tareas de mantenimiento y operativas, dos días de trabajo por uno de descanso, modificación de los denominados “días de viento”, permitiendo trabajar siempre a nivel de superficie y poniendo un límite a los trabajos en altura y  la incorporación de nuevas cláusulas de productividad; todo ello a cambio de un mayor porcentaje de afiliación sindical y que las empresas aporten más inversión y consecuentemente generen nuevas fuentes de trabajo.

 

Probablemente, al conocerse los detalles y pormenores de este acuerdo para el desarrollo de Vaca Muerta no faltarán pájaros agoreros y sofistas que pregonarán una presunta “flexibilización o precarización laboral”, pero en mi opinión ello no es así.  La flexibilización laboral siempre fue definida como una política que tenía por objetivo fundamental la reducción o eventual eliminación de aquellas instituciones o regulaciones que en su momento fueron creadas con el propósito de garantizar a los trabajadores mejores condiciones de vida. Es decir, la precarización habitualmente fue calificada como una desregulación de la legislación laboral o una especie de incumplimiento de las legislaciones vigentes o debilitamiento del poder de negociación de los trabajadores. Lejos se encuentra de esta conceptualización el Acuerdo arribado en Vaca Muerta. 

 

Diferente valoración debe recibir la otra idea referente a la implementación de las Pasantías, como medio para mejorar y hacer crecer el empleo. En efecto, un contrato de pasantía por definición no es un Contrato de Trabajo, sino más bien un contrato civil destinado a capacitar en la faz práctica el conocimiento teórico que los estudiantes adquieren en la educación superior, preparándolos así para el futuro mundo laboral. Ahora bien, esta sistema de pasantías, tantas veces mal usado y utilizado en forma fraudulenta para no registrar auténticas relaciones laborales, no parece ser el camino adecuado para el fomento del empleo y más bien servirá únicamente como preparación práctica de los estudiantes.

 

La tercera idea sobre la reforma tributaria e impositiva respecto al trabajo dependiente es vital para coadyuvar al desarrollo del referido relanzamiento y fomento del empleo. En la actualidad es altamente gravoso para los empleadores –en especial para las PYMES- poder contratar en blanco a sus trabajadores cuando deben soportar entre diversos impuestos, contribuciones patronales y demás costos laborales (seguro ART) aproximadamente un 35% adicional al sueldo bruto abonado al trabajador.

 

En consecuencia, las ideas o propuestas antes señaladas denotan algunos  contrapuntos y evidencian una “laguna de sistematicidad” en las reformas laborales que el Gobierno intenta llevar delante de buena fe para un relanzamiento del nivel de empleo en la Argentina.

 

De todos modos y a pesar de las observaciones antes indicadas, el acuerdo alcanzado en VACA MUERTA puede ser un “caso testigo” a imitar y replicar en otros sectores de la economía porque ha puesto de relieve el imprescindible y necesario “esfuerzo mancomunado” al que todas las partes involucradas en este tipo de situaciones deberían  apuntar y poner por obra.

 

 

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