Por Fernando Tomeo *
Muchas personas consideran que Facebook es una moda pasajera. Un invento para los adolescentes o para los que no tienen nada que hacer. Dicen que Facebook desplaza el contacto personal, relega el café del bar, la reunión de amigos, anula el partido del domingo: la red social favorece el contacto virtual pero genera un abismo en el personal.
Estas opiniones, por cierto respetables en un Estado de Derecho donde la libertad de expresión debe ser garantizada a rajatabla (aunque a alguien no le guste escuchar lo que otros dicen), merecen algunas reflexiones:
(a) La mayoría de los adolescentes usan Facebook. Jóvenes que van desde los 13 años (inclusive más chicos, aunque este prohibido por las condiciones de adhesión a la red) hasta los 18 años, de cualquier rango social, usan esta plataforma digital, conformando una verdadera “generación Facebook” que pasa horas y horas por día conectada compartiendo un océano de contenidos que van desde opiniones, fotos, videos, comentarios y fans acompañados de compulsivos clikeos de corte “me gusta”.
Dentro de 20 años, cuando estos adolescentes sean adultos se consolidará la referida “generación Facebook” que habrá expuesto, a veces con peligro, altos grados de intimidad. En otras palabras, transcurrido un tiempo, aquellos que rehusan utilizar la plataforma social iran desapareciendo mientras que sus actuales usuarios irán consolidando su status “social media”. Este es un fenómeno social que, a mi entender, no tiene retorno.
(b) Los detractores de la red social tampoco pueden dejar de advertir que Facebook se traduce en un negocio que mueve millones de dólares a diario. Su cotización de salida al Nasdaq arrojó más de 100.000 millones de dólares y si bien el valor de la acción no ha alcanzado hasta el presente los pronósticos esperados, el tiempo irá ajustando las variables. No cabe duda que sus inversores originales ganaron dinero: Bono, el lider de U2, ganó más dinero en el año 2011 con su mínima participación del 1.5 % en el capital accionario de la compañía que con toda la gira mundial de la banda que pasó por el Estadio Único de La Plata. Esta circunstancia todavía no ha sido debidamente internalizada a nivel político porque precisamente muchas personas todavía no terminan de entender lo que pasa en la red social, que implicancias tiene y cómo se vincula a un bien tan preciado como el oro mismo: la información y los datos personales.
Todavía seguimos esperando una legislación aplicable a los Proveedores de Servicios de Internet (ISP) que dé solución a más de 200 juicios iniciados por modelos y artístas contra Google y Yahoo, todos los cuales esperan el dictado de una sentencia por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el “leading case” de la ex Bandana, Virginia Da Cunha.
Sería conveniente que esa legislación tan esperada aclare las reglas de juego respecto de miles de contenidos que boyan por las redes sociales ante una ley de protección de datos personales que, al tiempo de su dictado, no podía contemplar la explosión 2.0.
La particularidad que tiene Internet en general es muy simple: es fácil “subir” un contenido pero es casi imposible “eliminarlo” precisamente por el efecto viral que tiene la red. Un juez podrá ordenar a un ISP que bloquee un contenido en Internet a nivel local pero seguramente dicho contenido será replicado en otros países. Ello sucedió con reconocidas artístas y modelos el año pasado cuyas fotos y videos fueron subidos a la red por desconocidos y replicados hasta el cansancio. Hoy se pueden ver todavía en algunos sitios extranjeros. ¿Cuánto vale o que precio tiene la privacidad y la información personal?
(c) La tercer y última reflexión esta directamente orientada a los padres. Muchos padres NO saben lo que hacen sus hijos en Facebook, no lo entienden y no lo quieren entender. Y esto, a esta altura del partido, es un despropósito. Hay que involucrarse. Hay que entender. Hay que saber que está pasando. Y ello por la sencilla razón de que juegan el partido la integridad moral y espiritual de nuestros hijos con casos de grooming y sexting que recientemente he comentado en dos columnas publicadas en La Nación.
En conclusión es perfectamente respetable la opinión de aquellos que consideran que Facebook es una “pavada” pero bien vale la pena reflexionar sobre algunos aspectos que aparecen inevitables como la floreciente “generación Facebook” y los efectos que ella conlleva.
* El autor es abogado especialista en IP, redes sociales, derecho informático y seguridad de la información. Profesor UBA y UAI. Socio de AFT Abogados y consultor fundador de TechLawBiz.
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