Mi nombre es Nicole Dillon. Soy abogada recibida en el 2018 de la Universidad de Buenos Aires. A principios del 2021 tuve la oportunidad de irme a trabajar a Tel Aviv, en principio por 6 meses, y me terminé quedando 3 años. En 2024 elegí volver a Argentina. Hoy soy asociada senior en Allende & Brea y me enfoco en procesos de M&A.
¿Qué te ayuda a mantener los pies en la tierra?
Mi familia y amigos. Hacerme tiempo para lo que realmente importa, que son las relaciones que uno construye. Los plazos y los clientes son importantes, por supuesto, pero el tiempo de calidad con la gente que uno quiere no puede quedar en un segundo plano.
¿Qué libro, película o serie recomendarías sin dudar?
Me gusta mucho leer, y leo generalmente ficciones (más que nada thrillers), pero hay dos libros que me encantaron y cada tanto los vuelvo a agarrar, porque cada vez que los leo me encuentran en un momento de mi vida diferente y me llaman la atención distintas cosas: El Principito y Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach. Ambos libros me los regaló mi viejo cuando era chica.
¿Qué música suele acompañarte en tu rutina?
Escucho de todo, pero en mi playlist no puede faltar Sabina, Fito Paez, Fabiana Cantilo, El Kuelgue y Calamaro, entre otros. Tengo entradas para ir a ver el Kuelgue y a Calamaro este mes. Mi sueño frustrado (por ahora) es aprender a tocar algún instrumento, siempre me gustó mucho la música.
¿Tenés alguna frase o lema que te represente?
Hace muchos años vi el discurso que da Steve Jobs en una graduación en Stanford en 2005, donde dice la frase “You can’t connect the dots looking forward; you can only connect them looking backwards. So you have to trust that the dots will somehow connect in your future.” Me encantó y me trajo tranquilidad en momentos donde no estaba segura si el paso que estaba dando me iba llevar al destino que buscaba.
¿Qué haces para desconectarte o recargar energías?
Me gusta ir cambiando de actividades. El año pasado me obsesioné con la cerámica, este año con la jardinería. El punto en común es algo que me haga pensar sólo en eso por un rato, dejar el celular y conectarme con lo que estoy haciendo en ese momento.
¿Qué aprendiste haciendo algo que parecía “fuera de tu mundo”?
Vivir en medio oriente era algo que no me esperaba ni hubiera nunca dicho que me iba a pasar. Fui a trabajar, pero fue una experiencia mucho más allá de eso. A nivel profesional fue una experiencia increíble – estar en el corazón del hub tecnológico de Israel, ya instaurado como la Startup Nation, rodeada de innovación, startups disruptivas, venture capital y procesos de M&A, pero el aprendizaje más valioso fue a nivel personal: vivir en otro idioma, en una cultura tan diferente y al mismo tiempo sentirla tan cercana. Aprendí a leer en hebreo (por pura supervivencia) y manejarme en una burocracia desconocida: hacer trámites, ir al médico, moverme por la ciudad; pero por sobre todo, aprendí a pedir ayuda cuando lo necesitaba y rodearme de gente increíble. Fue una gran aventura.
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