Una mujer de 23 años fue lapidada en Somalía en la plaza del pueblo en presencia de cientos de personas, luego de que fuese encontrada responsable por los islamistas de haber quebrantado la ley islámica al haberle sido infiel a su marido. En el sur de dicho país, se concretó la primera ejecución pública luego de dos años, la cual tuvo como sentenciada a una mujer que encontró la muerte a manos de islamistas somalíes que decidieron ejecutarla por haber cometido adulterio. Si bien los extremistas había afirmado que la mujer se había ofrecido para ser castigada, según declaraciones efectuadas por testigos presenciales de la ejecución, la mujer fallecida fue atada contra su voluntad, a la vez que gritaba y se movía para evitar ser ejecutada. Para que resulte procedente la ejecución de una mujer, el Islam requiere que haya cuatro testigos, a la vez que el hombre con quien haya cometido el adulterio lo reconozca públicamente. Tales circunstancias no se configuraron en dicho caso, por lo cual según familiares de la sentenciada, la lapidación fue ilegítima y antirreligiosa.