Abogacía basada en IA: ¿un caso aislado o el comienzo de una nueva era?
Por Juan Pablo Altmark
ZBV Abogados

El 6 de mayo, la Solicitors Regulation Authority (SRA) del Reino Unido aprobó la primera firma legal 100% impulsada por inteligencia artificial. Esta autorización no solo representa un hito tecnológico y jurídico, sino que abre la puerta a debates que toda la comunidad legal debería abordar con urgencia, realismo y visión de futuro. ¿Es el comienzo de una nueva era en el ejercicio de la abogacía? ¿La IA reemplazará nuestro trabajo?

 

Como socio de ZBV Abogados y responsable del área de Derecho Informático, Transformación Digital, Privacidad e Inteligencia Artificial, me parece importante analizar este caso con perspectiva crítica porque, aunque se trata de un avance significativo, no quiere decir que la profesión esté al borde de una automatización total.

 

La firma en cuestión –Garfield.Law Ltd.– fue autorizada para brindar servicios legales utilizando un asistente de litigios impulsado por IA, enfocado exclusivamente en la recuperación de deudas de hasta 10 mil libras en el sistema inglés de pequeñas causas (Small claims Court). Estamos hablando de un proceso altamente estandarizado, con bajo nivel de complejidad legal, diseñado para litigios de pequeña cuantía y en el cual los márgenes para la interpretación jurídica son limitados. Esto convierte a este tipo de causas en las candidatas ideales para la automatización.

 

Además, la inteligencia artificial utilizada por esta firma no es autónoma. Las decisiones no son tomadas por el sistema sin supervisión: cada paso debe ser aprobado por el cliente y existen procesos humanos de validación y control para mitigar riesgos, como las alucinaciones de los modelos de lenguaje. La responsabilidad profesional sigue recayendo sobre abogados regulados, quienes deben responder ante cualquier falla del sistema.

 

Entonces, desde ZBV Abogados consideramos que este caso no anticipa un reemplazo masivo de abogados por sistemas automatizados ni debería ser leído de esa manera. Muy por el contrario, marca un precedente útil y controlado que nos invita a reflexionar sobre cómo automatizar responsablemente procesos legales simples y repetitivos, sin perder de vista los principios esenciales de la profesión.

 

La aprobación de esta firma es un mensaje claro para la abogacía global: la tecnología ya no es una opción futura, sino una realidad presente. Lo que está en juego no es la desaparición del abogado, sino su transformación y expansión mediante herramientas inteligentes.

 

Los estudios jurídicos —grandes, medianos o pequeños— deberían mirar este caso como una oportunidad para repensar sus procesos internos: ¿Cuántas tareas repetitivas estamos haciendo sin necesidad? ¿Cuántos documentos podríamos automatizar con plantillas inteligentes? ¿Cuánto tiempo valioso de nuestros equipos se pierde en operaciones mecánicas?

 

Adoptar herramientas de IA para este tipo de funciones no solo mejora la eficiencia operativa, sino que permite que los abogados se concentren en lo que realmente aporta valor: el análisis jurídico, el juicio estratégico y la relación humana con el cliente.

 

En el caso de ZBV, por ejemplo, hemos implementado una política de uso aceptable y responsable de IA que, por supuesto, no utiliza los datos de nuestros clientes para entrenar al algoritmo y admite las siguientes tareas como usos admisibles:

 

  • redacción de correos electrónicos
  • redacción de los escritos más comunes
  • revisión y análisis de riesgos en contratos
  • traducciones
  • investigaciones jurisprudenciales y doctrinarias

Sin embargo, y por supuesto, no todo lo que brilla es oro. La IA aplicada al derecho no está exenta de riesgos. El más evidente es el de las alucinaciones —respuestas erróneas o inventadas por los modelos de lenguaje—, especialmente cuando se confían tareas críticas sin validación humana. La solución no es frenar la innovación, sino diseñar marcos de control efectivos: asegurarnos de que haya siempre un abogado en el loop, que valide, supervise y corrija.

 

Con este objetivo, hemos capacitado a nuestros abogados de ZBV en ingeniería de prompts legales y supervisión de IA bajo una política de “confianza cero”, un enfoque de seguridad que asume que ningún componente del sistema de IA es confiable por defecto.

 

Este primer caso autorizado por la SRA no debe ser visto como una anomalía ni como una profecía apocalíptica. Es, en cambio, un faro tecnológico que puede guiar a la profesión hacia modelos más eficientes, accesibles y centrados en el valor humano. El futuro del derecho no es abogados o máquinas. Es abogados con máquinas. La inteligencia artificial puede ser la aliada perfecta para acelerar procesos, ampliar el acceso a la justicia y fortalecer el rol del abogado como profesional estratégico y ético.

 

 

Zang, Bergel & Viñes Abogados
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