El Caso del Banco CIT: una Quiebra Podría Hundir a Más de un Millón de Pymes
La entidad debe afrontar el pago de una obligación negociable de u$s 1.000 millones en agosto. Al no ser de las más grandes de Wall Street, corre el riesgo de que el gobierno no la rescate. Con un total de activos de u$s 75.000 millones, el CIT es poca cosa frente al Citigroup (25 veces más grande), salvado en febrero de 2009 por Obama. En caso de quebrar, una opción que no se descarta, sería la sexta más grande del país desde 1980, después de General Motors y Enron. La expresión “too big to fail” (demasiado grande para caer) se puso de moda el año pasado para justificar el rescate de varios de los principales bancos de EE.UU. por parte del gobierno, como forma in extremis de evitar que quebraran y no siguieran los pasos de Lehman Brothers. Pero ahora parece ser que en el sistema financiero existe un tamaño mínimo que protege de las bancarrotas, es decir, que se puede ser demasiado pequeño para no poder evitar la caída. Y esto es lo que está experimentando el banco CIT, especializado en el financiamiento a Pymes, principalmente en el sector de franquicias. Las autoridades del banco están comprobando amargamente que la protección gubernamental tiene un límite (en diciembre del año pasado, la entidad crediticia adoptó la categoría bancaria para recibir una ayuda pública de u$s 2.300 millones). Con un total de activos de u$s 75.000 millones, el CIT es poca cosa frente al Citigroup (25 veces más grande), rescatado en febrero de 2009 por el gobierno de Barack Obama. Pero al tener una cartera de clientes que incluye un millón de Pymes de todo el país, su caso no pasa desapercibido para los medios ni tampoco para los miembros del Congreso, que el año próximo deben enfrentar las elecciones legislativas. En realidad, lo que plantea el caso CIT no es tanto qué bancos merecen ser rescatados, sino que sirve como modelo para el debate de fondo que hoy por hoy se da en EE.UU: cómo ayudar a las empresas a acceder al financiamiento para no demorar la recuperación económica. El CIT tiene que afrontar el pago de una obligación negociable de u$s 1.000 millones con vencimiento el 17 de agosto, por lo que está buscando cómo reunir esos fondos y los que necesita para otros vencimientos hasta marzo de 2010 (un total de u$s 10.000 millones). La entidad ya está evaluando la alternativa de la bancarrota, que en caso de producirse, sería la sexta más grande del país desde 1980, después de General Motors y Enron. Su caso es similar al de tantas otras entidades minoristas medianas que cerraron o que últimamente están en la cornisa: por un lado, asumieron demasiados riesgos invirtiendo en activos securitizados con hipotecas subprime y por el otro, tienen una cartera de préstamos con una morosidad que creció significativamente en los últimos dos años. Sin embargo, después de muchas idas y vueltas, el banco logró un poco de oxígeno luego de que varios acreedores le facilitaran recursos por u$s 3.000 millones. De todas formas, la supervivencia de la entidad sigue en duda y prueba de ello es la muy importante caída que viene sufriendo la acción. En los últimos 3 meses, su precio se derrumbó un 90%, aunque después de conocerse la noticia de la reciente capitalización, recuperó parte de lo perdido y pasó de valer u$s 0,40 a u$s 1,25 (hace 2 años atrás, la acción valía u$s 50). Pero todavía nada está asegurado ya que en las actuales condiciones de los mercados financieros, son muchos los analistas que evalúan la posibilidad de la quiebra (la agencia Standard & Poor’s bajó la nota de la deuda corporativa a CCC+, un par de escalones por encima del default). Y más si se tiene en cuenta que el gobierno hasta ahora ha mostrado poca voluntad para incluir al banco dentro de los paquetes de ayuda. De acuerdo con Bloomberg, la agencia federal que garantiza los depósitos bancarios (FDIC) se habría negado a salir de garante del CIT, lo que le impide tomar créditos. “Creemos que el piso es muy alto para que se otorgue una ayuda pública excepcional a empresas individuales, mismo incluso durante los períodos de turbulencia financiera”, sostuvo el Departamento del Tesoro en un comunicado. Pero desde la óptica de las Pymes, la situación es muy preocupante, ya que está en juego el posible cierre de una importante fuente de financiamiento del pequeño y mediano empresario. “Si el criterio para decidir si una entidad financiera debe recibir una ayuda del gobierno es ser ‘demasiado grande para caer’, seguramente el CIT es demasiado importante para el comercio minorista como para dejarlo que quiebre”, sostuvo Tracy Mullin, presidente de la NRF, la poderosa Federación de Minoristas de EE.UU. “Una quiebra del CIT tendría un impacto directo sobre miles de comercios y, por consiguiente, sobre el gasto de consumo que representa dos tercios de la economía del país”, agregó. Como el efecto de una bancarrota sería muy grande entre las Pymes (un electorado sensible al discurso del Partido Demócrata), es probable que el gobierno termine evitando la desaparición de la entidad bajo la forma de algún rescate para evitar a su vez que surjan reclamos en medio de la campaña electoral. En una economía que busca con ansiedad cualquier señal de reactivación (los célebres “brotes verdes” tan de moda), la noticia de la caída del CIT pone un poco de frío polar en el entusiasmo de los analistas y políticos. Pero es sabido que en el mercado del crédito, los picos de defaults se dan mucho después de que la economía haya retomado la senda del crecimiento. Martín Burbridge Fuente: Cronista.com

 

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