El consenso como generador de conductas y fuente de obligaciones
Termine de escribir esta nota y dichos repudiables de antaño ponen nuevamente en los medios noticias sobre comportamientos reprochables de deportistas. Esto ocurre días después que la nación y el deporte se debatan entre lo correcto y lo incorrecto para despedir a un ídolo popular y una vez máxima figura del fútbol. Los clubes y en especial el rugby, discuten sobre la necesidad de perpetuar lo bueno y mejorar lo malo de este deporte. En particular cómo se tramita la muerte, o mejor dicho, el asesinato de Fernando Baez Sosa, en Villa Gesell en enero del 2020, caso que puso en el centro del debate al rugby en general, y los valores que este deporte pregona.
No está de más decir que ese hecho no fue un acto aislado, hubo muchos avisos. Fue así que los clubes y la URBA (Unión de Rugby de Buenos Aires) con Martín Carriques, ex presidente del
Club Los Tilos, con otros dirigentes de clubes, pusieron el tema en agenda. Ya no importaba si había culpas, sí que había un problema y el Rugby era parte de él. Así como también era parte
de la solución. La URBA fue quien unió ese esfuerzo de todos los clubes que habían comenzado a pensar soluciones para intentar evitar la repetición de estas acciones.
De ello se creó una Comisión de Formación Integral y Mejora del Comportamiento, conocida como FIMCO, donde además de ex jugadores, dirigentes y voluntarios, colaboraron especialistas en el tema. De las primeras reuniones, con los presidentes de 91 clubes de rugby, se llegó a la conclusión de la necesidad de ampliar la base de las personas que se sumarían a este proyecto de mejora. Fue así como se convocaron a 91 referentes del deporte de cada club y se comenzó a trabajar.
Se llegó a una serie de consensos entre todos que fueron ratificados por las comisiones directivas de cada club. Si, los 91 clubes lo refrendaron, decisión unánime.
Ya se han llevado a cabo más de 50 talleres de la URBA con esta temática, por los que pasaron más de 4.000 personas hasta el mes de noviembre. Y ya no solo se involucra al rugby, sino que
también el hockey y el tenis participan a través de los clubes. Disciplinas que, con respeto y una activa participación, reafirmaron y nutrieron estos consensos.
Asimismo, los clubes han creado dentro de sus filas, comisiones similares a FIMCO y hacen lo propio, tratando de trabajar sobre esta temática, en especial la violencia dentro y fuera de la cancha, los terceros tiempos, los bautismos, el bullying, y la formación de entrenadores con capacitaciones sobre cuestiones sociales, no solo vinculadas al juego. También es cierto que
además de la mirada hacia dentro del deporte, en los clubes se generó una dinámica de autorreflexión crítica en la institución y todos los deportes que nutren a cada club, donde siempre lo importante es formar a las personas. Se reflexionó también sobre la exitoina, esta droga del éxito que sin darnos cuenta, se naturalizó y se fue adueñando del deporte. No está mal ganar, está muy bien, pero no debe ser lo único que importa.
Ahora bien, dirán ustedes, ¿qué tiene que ver esto con el derecho? Yo creo que mucho. Y esto también es una buena noticia, el proceso mismo ya lo es. A diferencia de la dinámica clásica de la formación de las normas, este ámbito, aun con sus resistencias lógicas, donde los actores son verdaderos protagonistas, dinamizó una serie de normas de convivencia nacidas del espíritu de equipo y concentrándose en la mejora continua y en la ampliación de la masa crítica. Este proceso involucra a cada uno de los -por ahora- 4.000 participantes, entre ellos, jugadores y jugadoras de rugby desde M15, jugadoras y jugadoras de otros deportes, entrenadores y entrenadoras, dirigentes, familiares, ayudantes y trabajadores.
Imaginen que en un año hayan pasado 10.000 personas. Todos ellos vieron y formaron parte de su creación. No es que vino una institución, un ídolo, un gurú, un semidiós y dijo: “desaparece la violencia”. No. Los actores somos parte y así defendemos el deporte, sin naturalizar lo malo, y convencidos de transmitir estos ideales a quienes nos acompañan.
Bienvenido el proceso y bienvenidos los consensos de 91 clubes y su gente trabajando en conjunto durante por ahora nueve meses, dos veces por semana como mínimo. Un esfuerzo encomiable que esperemos traiga sus frutos a largo plazo, y que seguramente sufrirá retrocesos. Habrá más noticias que resistan el cambio, quizás muchas de ellas muy malas, sin embargo esto puede suceder y no debe modificar el cambio para mejorar. Pero de ninguna manera, como el deportista debe claudicar ante la derrota, al revés de las derrotas es donde más se aprende.
Ahora, el esfuerzo se debe centrar en continuar con esta tarea de largo aliento, perdurar en el tiempo y consolidar la función. Esperemos que estos ejemplos de buenas prácticas puedan ser
imitados, para que los actores sean los reales protagonistas de las reglas que los nuclean.
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