La función de RRHH durante mucho tiempo se ha considerado como la que ponía normas, controlaba o contrataba o despedía. Hoy en día esta función ha cambiado drásticamente y su responsable es realmente el mejor aliado del negocio. Es el que trata de que la gente rinda al máximo, pero con convencimiento y busca la forma de atraer y mantener a los mejores profesionales, para ayudar a que la firma consiga sus objetivos.
En los despachos esta función ha ido cambiando y de ser un elemento casi represivo, ha evolucionado a fomentar el desarrollo a través de los planes de carrera o formación, pero ahora debe crecer aún más y velar por la motivación dentro de unas normas de comportamiento.
El responsable de esta función debe alinear la lógica con el enfoque y sobre todo gozar de una gran flexibilidad para que cada empleado sea considerado como único, siempre dentro de un marca de actuación común, pero este debe notar una atención y análisis personalizado.
Hay que apostar y no ceder un milímetro en lo importante y ser generoso en lo cotidiano y si por ejemplo a un abogado se le puede ayudar en algo como en formación, permisos, tutoría etc (siempre que el trabajo lo permita) hay que hacerlo, ya que él lo valorará y aparte de rendir más y mejor, si tiene que “devolverla” lo hará con gusto.
Es importante que conozca bien los objetivos del negocio y que colabore con los socios a que todos los empleados dediquen el máximo esfuerzo a todo aquello que es importante y sobre todo que anime con su ejemplo a propiciar la productividad máxima.
El responsable de esta función debe saber discernir cualquier asunto relacionado con el comportamiento o actitud y tener la mano izquierda suficiente para saber exigir dentro de las normas de comportamiento, permitiendo una cierta libertad en beneficio del despacho .
Cualquier persona que se dedique a esta función debe olvidar cualquier deseo de poder o de censura y ser por el contrario alguien al que el peso de la responsabilidad del resultado del negocio, le haga pensar en formas de gestión idóneas. Es difícil pero no imposible y sobre todo no caigamos en los tópicos de ser el represivo o el simpático, ambos inútiles, si no van acompañados de una gestión consistente.
Un buen director de Recursos Humanos puede hacer mucho más de lo que se puede pensar si solo se valora su función organizativa y no la opción de ayuda en la mejora del rendimiento colectivo, que debe ser su primera prioridad y que conseguirá con un cóctel de sentido común, planificación, flexibilidad y mucho esfuerzo.
Por Pilar Tortosa
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