El trabajo Pro Bono y el Derecho como camino
Por María Soledad Font Nine
Bulló Abogados

"Probablemente hay hombres que hacen las cosas correctamente sin saber el motivo pero yo no soy así: escucho mucho, selecciono el bien y lo sigo..." Confucio, Las Analectas-

 

Quienes hacemos trabajo Pro Bono, a menudo afirmamos que creemos que el Derecho es una herramienta de cambio social y de modificación de políticas públicas, que el importantísimo rol de las abogadas y los abogados en el acceso a la jurisdicción y la defensa de los intereses públicos, implica también una ineludible responsabilidad social.

 

Por este motivo, dedicamos parte de nuestro tiempo a brindar nuestro conocimiento jurídico sin percibir honorarios a cambio, a organizaciones de la sociedad civil y a personas en situación de vulnerabilidad, quienes carecerían de medios para acceder a servicios jurídicos de otro modo.

 

En general, estamos listos para servir como profesionales y emprendemos este camino con grandes esfuerzos pero guiados por la convicción de que es lo correcto.

 

Muchos de nosotros formamos redes y alianzas a lo largo de diferentes países. Sólo por mencionar un ejemplo, la Comisión de Trabajo Pro Bono e Interés Público del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires forma parte de la Red Pro Bono de las Américas.

 

La Red Pro Bono de las Américas nuclea profesionales del Derecho y estudios jurídicos de Argentina, México, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, República Dominicana, Brasil, Costa Rica, Canadá, Paraguay, Chile y Estados Unidos.

 

Taisen Deshimaru[1] se pregunta: ¿Cómo aclarar el propio espíritu, cómo guiar la propia conducta, cómo llegar a ser sabio?

 

En idioma japonés Do (道) significa vía, camino o método. El Do se puede resumir en la práctica de siete principios: Gi (義) la decisión justa en la ecuanimidad, la actitud justa; Yu (勇) la bravura, la valentía; Jin (仁)el amor universal, la compasión, la benevolencia; Rei(礼) la cortesía, el respeto; Makoto (誠) la sinceridad; Meiyo (名誉) el honor y Chugi (忠義)el deber, la lealtad. Para practicar estos principios es necesario unificar la técnica (技, wasa), la actividad (氣, ki) y el espíritu (心, shin)[2].

 

Otros dos conceptos que vale la pena mencionar son Mushotoku (無所得) la ausencia de meta o espíritu de provecho y Sutemi (捨身) la acción de abandonar, de renunciar al cuerpo y olvidar el ego.

 

La noción de "camino" y su profunda vinculación con la naturaleza del ser humano tampoco es ajena al pensamiento occidental moderno. En sus reflexiones acerca de qué significa pensar, Martín Heidegger[3] afirma: "Aprender significa: ajustar nuestro obrar y no obrar a lo que se nos atribuye en cada caso como esencial. Para poder realizar tal correspondencia es menester que nos pongamos en camino (...). En cuanto está, pues, en este camino, el hombre señala en su calidad de caminante lo que se sustrae (...). Mas el hombre no es aquí en primer término hombre y luego además y ocasionalmente uno que señala, sino que (...) en camino hacia lo mismo (...), el hombre es originariamente hombre".

 

En cuanto al contenido de los principios mencionados, es conveniente recordar que "Una definición es siempre una limitación, lo "sólido" y lo "inmutable" no son sino denominaciones de la finalización del crecimiento."[4] En sentido similar: "Lugar de permanencia es el lugar donde la mente se detiene (...). Si bien se dice que la sabiduría es inmóvil, esto no significa que sea un objeto inanimado, como la madera o la piedra. Se mueve como acostumbra moverse la mente: hacia adelante y hacia atrás, hacia la izquierda y hacia la derecha, en las diez direcciones y hacia los ocho puntos; a esta mente que no se detiene nunca la llamamos sabiduría inmóvil (...). La mente que observa algo sin quedarse fijada en ello es una mente inmóvil (...) la mente detenida se mueve, pero en realidad no se mueve"[5]. Así, la idea de lo "sólido" y lo "inmutable" parecería oponerse a la idea de camino, de aprendizaje, de sabiduría y, muy probablemente, - si pudiéramos conversar con Heidegger - a la esencia misma del hombre.

 

No hay lugar a dudas que quienes hacemos trabajo Pro Bono, ponemos en movimiento nuestra técnica jurídica, nuestra actividad profesional y nuestro espíritu, ejercitando en todo momento los principios que guían nuestra conducta.

 

Nunca hay punto de llegada, a un caso se sucede otro en un mundo vertiginoso. Renunciamos a los límites de nuestro cuerpo y de nuestro ego, trabajamos más horas de lo que creímos posible, dejamos de lado nuestras horas de almuerzo y la pausa para el café, formamos equipos donde la colaboración es la regla, muchas veces entre profesionales de distintos Estudios jurídicos, contribuimos a cambiar realidades más crudas de lo que alguna vez habíamos experimentado. 

 

¿Es posible afirmar que la práctica de la ecuanimidad, el coraje, la compasión, el respeto, la sinceridad, la lealtad se nos atribuyen hoy más que nunca como esenciales en cuanto que hombres? ¿Es posible ver en el trabajo Pro Bono en particular y, en el Derecho en general, un camino hacia la sabiduría así entendida?

 

Pensar el trabajo Pro Bono asociado a la idea de camino, de aprendizaje y de práctica de nuestros principios constituye otra manera de atribuir significado a esta actividad y, tal vez, en forma complementaria al ejercicio de la abogacía como nuestro medio de sustento económico, de repensar al Derecho en su totalidad.

 

 

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Citas

[1] Taisen Deshimaru: "Zen y Artes Marciales", Luis Cárcamo editor, Madrid, 2012.

[2] Anónimo: "Bushido: el camino del Samurai", Proyecto Larsen Clásicos, Buenos Aires, 2011.

[3] Heidegger, Martín: "¿Qué significa pensar?", Agebe, Buenos Aires, 2012,  p. 13 - 14.

[4] Kakuzo Okakura: "El Libro del Té", Quadrata, Buenos Aires, 2007, p. 38.

[5] Takuan Sōhō: "La mente libre", Claridad, Buenos Aires, 2012, p. 25 - 26.

* N. dela A.: se propone interpretar las diferentes menciones de la palabra "hombre" en el presente texto conforme su acepción etimológica del latín homo, -ĭnis, animal que proviene de la tierra (humus, humi).

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