Por Raúl Granillo Ocampo (h)
Estudio Garrido Abogados
Tanto en la Argentina como en el mundo existe desde hace algunos años un marcado y creciente interés por los biocombustibles. Esta tendencia se encuentra principalmente motivada por los riesgos que implica política y económicamente la dependencia de las fuentes fósiles tradicionales de energía (que no son renovables), sus precios elevados y en aumento y por una toma de conciencia (global) respecto de los efectos sobre el medioambiente causados por el uso indiscriminado de los combustibles tradicionales.
En la Argentina, los biocombustibles se encuentran regulados a través de la ley 26.093 de abril de 2006 y su decreto reglamentario que norman la producción, mezcla, distribución, comercialización, consumo y autoconsumo.
La ley distingue dentro de los biocombustibles al bioetanol y biodiesel producidos a partir de materias primas de origen agropecuario y el biogas que se genera a partir de desechos orgánicos. En la Argentina, el bioetanol se produce principalmente a base de la caña de azúcar y el biodiesel a partir del aceite de soja, pero pueden producirse con otros productos agropecuarios, como maíz, remolacha o arroz para el bioetanol o cultivos no alimenticios como algas, cártamo, jatropha o camelina para el caso del biodiesel.
Una de las principales novedades introducidas por la ley de biocombustibles fue el establecimiento de la mezcla obligatoria del bioetanol y biodiesel con las naftas y el gasoil, respectivamente, en un porcentaje del 5% como mínimo a partir del 1 de enero de 2010 (elevado al 7% en biodiesel en julio de 2010). Si bien las proporciones varían para cada país, el “corte obligatorio” es también la regla en las legislaciones de las principales economías del mundo, lo que asegura la demanda internacional y genera un mercado externo para su venta.
La ley introdujo también un régimen promocional consistente en el otorgamiento de diversos beneficios, principalmente beneficios impositivos, a los productores que soliciten su inclusión dentro del régimen de promoción. El objetivo detrás de los beneficios del régimen de promoción y del corte obligatorio fue crear un mercado interno para los biocombustibles. Sin embargo, restricciones respecto de los sujetos que pueden acceder a tal régimen, la imposibilidad de los sujetos promocionados de vender al exterior (salvo excepciones) y principalmente, la imposición de precios regulados a los beneficiarios del régimen de promoción han sido los principales factores por los cuales los productores han dado la espalda al régimen de promoción, volcándose al mercado de exportación que no tiene regulaciones de precio.
El establecimiento de plantas de producción de biodiesel para su exportación también se vio incentivada por el diferencial de alícuotas de retenciones de exportación aplicables al biodiesel respecto de las aplicables al poroto de soja o aceite de soja que son su principal insumo. Mientras que la exportación del poroto de soja o aceite de soja estaba gravada con retenciones al 35% y 32% respectivamente, las retenciones aplicables al biodiesel estaban gravadas al 5% (elevado al 20% en 2008).
Ante el fracaso del régimen de promoción, a efectos de incentivar el mercado interno y garantizar la venta del biodiesel necesario para cumplir con el “corte obligatorio”, el gobierno firmó con los productores exportadores de biodiesel un Acuerdo de Abastecimiento de Biodiesel para su Mezcla con Biocombustibles Fósiles mediante el cual los elaboradores exportadores se comprometieron a vender determinada cantidad de biocombustibles al mercado interno conforme a los términos allí fijados en materia de precio e impuestos.
A pesar de la incertidumbre que genera su marco regulatorio, en 2009 la Argentina se consolidó en el quinto puesto en el ranking mundial de productores y escaló en el 2010 al cuarto lugar con una producción de 1,9 millones de toneladas anuales (un aumento del 58% respecto de 2009). En el mercado interno, se estima que durante el año 2011 la mezcla obligatoria aumentará al 10% en el caso de biodiesel, lo que continuará potenciando la demanda interna. Se estima por otra parte que este mismo año el consumo de biodiesel pasará de 500 mil a 1,1 millones de toneladas.
La Argentina dispone de condiciones objetivas favorables para continuar siendo uno de los principales jugadores en el mercado mundial de los biocombustibles. Esto debido a la abundancia y diversidad en la disponibilidad de materia prima y porque cuenta con una cadena de valor oleaginosa desarrollada con una enorme capacidad de procesamiento de aceites vegetales. Además, tanto en el norte del país como en el sur, la Argentina cuenta con disponibilidad de tierras para el desarrollo de biocombustibles de segunda generación producidos a partir de cultivos no alimenticios (como son la jatropha o camelina), que tienen la ventaja de que no compiten con las tierras dedicadas a la producción de soja.
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