Mariana Sánchez Caparrós

Soy Mariana Sánchez Caparrós, abogada y doctora en Derecho, especializada en inteligencia artificial, ética y transformación digital en el sector público. Trabajo acompañando a organismos de justicia y administración pública en la incorporación responsable de IA, siempre desde una mirada interdisciplinaria. Me muevo entre lo jurídico, lo tecnológico y lo humano, porque creo que ahí es donde aparecen las soluciones que realmente transforman.

 

Tenés más de una carrera, ¿por qué elegiste estudiar derecho?
Aunque estudié otras disciplinas (actualmente curso una formación en Diseño UX/UI para Productos de Inteligencia Artificial), el derecho me dio una herramienta concreta para intervenir en la realidad.

 

Siempre me interesó entender cómo funcionan las instituciones y cómo mejorarlas, y sentí que el derecho me permitía combinar pensamiento crítico, impacto público y un sentido profundo de responsabilidad, pero en un momento sentí que se quedaba corto y ahi me incline por la tecnología y por explorar cómo podía ayudar donde el derecho (y nuestra forma de habitarlo desde lo jurídico) estaba dando poca respuesta.

 

¿Qué virtud personal valorás especialmente en vos?
La capacidad de avanzar incluso en la incertidumbre. Me desafía e incentiva trabajar en campos nuevos donde no siempre hay un camino trazado. Salir de la zona de confort.

 

¿Qué superpoder pensás que tenés o te gustaría tener? ¿Por qué?
Me gustaría poder “estirar el tiempo”. No para trabajar más, sino para disfrutar con más calma los momentos importantes y bajar el ritmo del día a día.

 

¿Qué te gustaría hacer en el futuro que hoy todavía no pudiste?
Me gustaría estar más cerca de los grandes centros urbanos (vivo en Ushuaia). A veces se me hace realmente sacrificado viajar para participar en eventos, encuentros o espacios donde me encantaría estar más seguido. Siento que podría involucrarme todavía más en ciertas iniciativas si la distancia no fuera un obstáculo tan grande. En algún momento me gustaría poder equilibrar mejor eso.

 

¿Tenés un talento oculto que pocos conocen?
Cocino muy bien improvisando. Para mí es terapéutico: cero reglas, cero presión, puro disfrute.

 

¿Qué te ayuda a mantener los pies en la tierra?
Mi familia y mis amigas. Y los proyectos con impacto real, que me recuerdan por qué hago lo que hago.

 

¿Qué te da confianza en vos?
Saber que puedo aprender rápido. Ese hábito de entrar a lo desconocido sin miedo se volvió mi ancla en proyectos complejos.

 

¿Qué libro, película o serie recomendarías sin dudar? 
Recomendaría Westworld y Generación 2009. Westworld me cautivó por cómo explora la conciencia, el poder, la libertad y los dilemas éticos de la inteligencia artificial con una profundidad que te deja pensando mucho después de terminar un capítulo. Y Generación 2009 me gustó porque combina política, tecnología y relaciones humanas de una manera muy realista y provocadora. Las dos, a su modo, muestran cómo la tecnología transforma (y tensiona) nuestras vidas y nuestros derechos.

 

¿Qué música suele acompañarte en tu rutina? 
Para todo: música de los 80, pop latino o algo bien rítmico que me saque del modo analítico.

 

¿Tenés alguna frase o lema que te represente?
Sí: “Ordem e Progresso”. Es el lema de la bandera de Brasil y siempre me resonó, no desde un lugar rígido, sino como una síntesis potente entre organización y avance. Me identifica porque en mi trabajo (y en general en mi forma de encarar proyectos) necesito ese equilibrio: claridad para ordenar lo complejo, y visión para seguir empujando hacia adelante lo que todavía puede mejorar.

 

¿Qué haces para desconectarte o recargar energías? 
Hacer deporte. Es el momento donde bajo revoluciones y vuelvo a mi eje.

 

¿Qué te emociona y qué te da orgullo?
A nivel laboral, me emociona ver que algo que construimos mejora la vida de una persona concreta y me da orgullo liderar procesos donde la interdisciplina funciona de verdad.

 

A nivel personal, mi hija, que es una nena que me acompaña en todo.

 

¿Qué dispositivo o app usás más y por qué? 
En mi día a día uso muchísimo las herramientas de IA generativa. ChatGPT es la que más me acompaña: la uso para pensar ideas, editar textos, planificar clases, revisar documentos complejos y hasta para ordenar mi propio razonamiento cuando estoy diseñando soluciones de IA para el sector público. Es como tener una mesa de trabajo extendida.

 

Además la complemento con Gemini y Grok, que me sirven para contrastar enfoques, explorar alternativas creativas y probar distintos modelos cuando estoy armando flujos agénticos o materiales de formación. En conjunto se volvieron parte natural de mi rutina: me ayudan a acelerar procesos, a crear mejor y también a tomar distancia cuando necesito mirar un problema desde otro ángulo.

 

¿Cómo te llevás con la inteligencia artificial?
Soy una entusiasta crítica. Me fascina su potencial, pero trabajo justamente en cómo usarla con responsabilidad y propósito público.

 

¿Qué hábito digital no podés soltar (aunque te gustaría)?  
Revisar mails o WhatsApp muy tarde. Ridículamente tarde. Sé que no suma… pero ahí estoy. Algún día lo corregiré (eso digo siempre).

 

¿Qué cosas o actividades te conectan con tu creatividad? 
Leer géneros que no tienen nada que ver con mi trabajo pero se relacionan con tecnología, de futuros bien distópicos. Caminar sin destino o andar en bici. Y conversar con gente curiosa: de ahí siempre sale alguna idea inesperada.

 

¿Qué aprendiste haciendo algo que parecía “fuera de tu mundo”? 
Aprendí muchísimo trabajando con equipos de ingeniería y desarrollo de software. Me expandió la forma de pensar y me enseñó a diseñar soluciones más integrales, lejos del clasicismo jurídico. También a trabajar en contextos donde el error es parte del proceso de mejora y no se castiga. Eso es fantástico.

 

¿Qué pregunta te gustaría que te hagan más seguido? 
“¿Qué estás construyendo ahora?” Me encanta hablar del proceso creativo, no solo del resultado.

 

¿Cuál sería el título de tu autobiografía? 
“Una abogada viviendo entre algoritmos y personas”.

 

 

Opinión

La brecha generacional que la IA está ensanchando en la abogacía argentina
Por Ignacio Adrián Lerer (*)
detrás del traje
Nos apoyan