El rescate a Grecia por 110.000 millones de euros podría no acabar el problema de un país que tiene una deuda de alrededor de 320.000 millones de euros. Por eso, circula en algunas mesas de los bancos del exterior un paper escrito por Lee Buchheit. El ejecutivo es socio del estudio de abogados Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, el mismo que asesora legalmente a la Argentina con los bonistas internacionales en el canje actual y el de 2005. La firma, especialista en reestructuraciones de deuda –tanto soberanas como corporativas– es de las más conocidas en Nueva York. Buchheit, cuyo expertise es el manejo de pasivos de los países, propone un canje al estilo argentino con bonos Par y Discount (según la estructura que se busque) para que se reduzca “significativamente” el valor presente del stock de deuda.
El documento, que aclara es para “ejecutar rápidamente” el plan B (si falla el ajuste fiscal para que Grecia finalmente obtenga el dinero prometido), sostiene que tiene que reestructurarse los 294.000 millones de euros que están volcados en el mercado en forma de bonos y excluir los 8.600 millones de euros en T-Bills (deuda de corto plazo garantizada por el Tesoro de EE.UU. que vence en menos de 1 año). La mayor parte de los pasivos de Grecia está denominada en euros, mientras que menos del 2% está en dólares, yenes y francos suizos. Dice que el canje griego podría tardar entre 5 y 6 meses para ejecutarse completamente (realizar la oferta, la consulta a los acreedores, el roadshow, etc.), aunque “menos aún si fuera necesario”.
Las similitudes con la propuesta argentina no terminan en el menú de bonos, ya que también hablan de contemplar la situación de los inversores minoristas. Podrían “excluir o moderar” los términos de la reestructuración para esta clase de bonistas a raíz de que tienen un peso menor en el total de la deuda. En el más reciente canje de Amado Boudou, por ejemplo, se le paga cash a esta clase de inversores para que ingresen a la operación. “El hecho de que pocos bonos hayan caído en manos de los minoristas, es una bendición. Países como la Argentina que tuvieron miles de pequeños inversores encontraron más desafíos”, comenta.
La estrategia que se propone es también aprovechar que como gran parte de la deuda griega tiene la “cláusula de acción colectiva” (similar al Acuerdo Preventivo Extrajudicial que se conoce en la Argentina), hacerla extensible en el canje para minimizar el impacto de los inversores que no quieran participar. Básicamente con esta cláusula, si el país consigue entre el 66% y el 75% de aceptación de los bonistas que tenían títulos bajo legislación inglesa, obliga al resto a ingresar.
Parte importante de la reestructuración, se destaca, es la consulta a los inversores. Más allá de buscar el guiño de un comité importante de bonistas para darle peso a la oferta, Grecia tendría que contemplar la política del Fondo Monetario Internacional de “Lending into Arrears” la cual requiere que un miembro parte del organismo “haga un esfuerzo para mostrar buena fe para alcanzar un acuerdo con los acreedores”. Los que tienen mayor exposición a los bonos griegos son los bancos de Francia y Alemania, seguido de fondos mutuos, fondos de pensión, hedge funds, y pocos minoristas. De ahí que el “plan B” no está descartado.
Fuente: Cronista.com
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