El desarrollo de una vacuna puede extenderse hasta 18 años y el costo de inversión podría llegar a los 500 millones de euros. Por tales motivos, las empresas emplean tiempo y esfuerzo para registrar primero el hallazgo.
Ahora, la pelea entre las compañías farmacéuticas y centros de investigación se centra en registrar un virus e intentar desarrollar de forma solitaria vacunas como la de la gripe aviar o la del papiloma humano.
La patente tendrá que cubrir el mayor número de usos y de secuencias del virus en cuestión, ya que cuanto más amplio sea el ámbito de protección, más difícil será para los competidores.
Por ejemplo, Vlaams Interuniversitair Instituut presentó en 2006 una solicitud para lograr la patente europea sobre el virus de la gripe aviar para posteriormente generar una vacuna.
Luego, tres empresas presentaron argumentos para demostrar que no se cumplían los requisitos para que se concediera la patente. Cabe recordar que las firmas tienen nueve meses para presentar su oposición. Siete años más tarde, y a raíz de la apelación de las compañías, la decisión todavía se encuentra sin resolución.
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