Vamos al grano: si tu estudio jurídico no tiene una estrategia de marketing y ventas, lo que tiene es una colección de esfuerzos sueltos. Sin foco, sin sistema y sin chances de escalar.
Publicar algo en LinkedIn cuando te acordás, pedirle a un pasante que actualice el CV institucional o encargar una presentación a alguien de administración no es una estrategia. Es apagar incendios. Y tarde.
Los estudios jurídicos no necesitan hacer “acciones de marketing” como quien prueba suerte. Necesitan un sistema. Un método que ordene el posicionamiento, la generación de confianza y la atracción de oportunidades. No es glamour, es negocio.
Lo que sí y lo que no
Una estrategia no es un PowerPoint con deseos tipo “queremos más clientes del sector tech”. Es una secuencia de decisiones. Implica priorizar, renunciar y tomar posición.
Porque no, no podés hacer todo para todos. Y cuanto antes lo asumas, mejor te va a ir.
Tampoco se trata de “venderse”. Se trata de que el cliente adecuado entienda qué valor ofrecés, por qué te necesita y cómo puede encontrarte.
Paso 1: Elegí a quién querés como cliente
No es “cualquiera que pueda pagar”. Eso no es un segmento, es desesperación.
Elegí bien. ¿Querés asesorar startups? ¿Empresas familiares? ¿Defender a directores en causas penales? ¿Litigar para aseguradoras?
Cuanto más claro tengas a quién le hablás, más fácil es que te ubiquen, te recuerden y te llamen cuando te necesiten.
Paso 2: Definí tu posicionamiento
No alcanza con “somos expertos en derecho laboral”. Eso lo dice todo el mundo.
¿Qué hacés diferente? ¿Tenés experiencia en negociaciones colectivas complejas? ¿Entendés el negocio del cliente mejor que otros? ¿Resolvés rápido y sin vueltas?
Tu diferencial tiene que ser claro, específico y relevante. Y tiene que aparecer en todo lo que hacés: desde tu web hasta cómo te presentás en una reunión.
Paso 3: Armá tu embudo
¿Cómo te van a conocer? ¿Cómo van a empezar a confiar en vos? ¿Cómo van a llegar a contratarte?
No es un misterio. Es un proceso. Implica mostrar valor, con constancia y criterio. Contenido, visibilidad, eventos, recomendaciones, conversaciones uno a uno.
Todo eso no es para “hacer marca” (frase que ya perdió sentido), sino para generar oportunidades comerciales reales.
Y sí, requiere tiempo y método. No es para quienes lo abandonan al primer juicio urgente.
Paso 4: Medí lo que sirve
No hablo de contar likes. Hablo de identificar qué acciones te acercan a los clientes correctos. ¿Te escribió alguien después de leer una nota tuya? ¿Te llamaron para una charla por algo que compartiste? Eso importa.
Medí el impacto, no la vanidad.
Lo que no se delega
Podés tener ayuda en redacción, diseño o redes. Pero la estrategia —y sobre todo, la presencia— no se terceriza del todo. Si sos socio o referente, tu credibilidad no se puede subcontratar.
Tu cara, tu voz y tu mirada son parte de lo que el cliente compra. No lo subestimes.
⸻
¿Resumen? Si no estás diseñando tu estrategia, estás dejando tu desarrollo en manos del azar. Y crecer por accidente no es un plan.
Si querés diseñarlo en serio, con método y sin humo, lo hablamos.
Artículos


opinión
ver todosPASBBA
Deloitte Legal