Estos temas capturan el interés del público, el de los inversores y también de los reguladores. Sin embargo, detrás del éxito de cualquier estrategia ESG verdaderamente transformadora, se encuentra este tercer componente, a menudo menos visible pero absolutamente fundamental: la “G” de Gobernanza.
¿Qué implica la “G”?
La Gobernanza es el componente que hace referencia al conjunto de prácticas, estructuras, procesos y valores que orientan la toma de decisiones dentro de una organización. Una sólida gobernanza Incluye principalmente los siguientes temas:
- La composición, calidad y responsabilidad del directorio
- Resguardo de los derechos de los accionistas (incluso los minoritarios)
- Pautas éticas de comportamiento, incluyendo a los terceros
- Un sistema de reporte de conductas contrarias a esta pautas y la ley
- La gestión del riesgo
- El control interno
- La transparencia en sus reportes financieros
- El cumplimiento normativo
- La prevención del fraude la corrupción
- El programa de compliance
- Funciones de auditoría interna y externa objetivas, e independientes
- Procesos robustos de debida diligencia para evaluar riesgos en toda su cadena de valor.
- Planes de sucesión transparentes
- Comité de Sostenibilidad
- Integración del enfoque ESG en la estrategia y toma de decisiones
Lo que poca gente sabe es que esta simple letra “G” es la que tiene el poder de establecer el marco que permite que lo “E” y lo “S” no queden en el terreno del marketing, la filantropía, o peor aún, el greenwashing o el social washing, sino que se integren de forma coherente y sostenible en el modelo de negocio.
La gobernanza como guardián de la sostenibilidad
Una buena gobernanza no solo evita escándalos (por ejemplo, financieros o legales), sino que puede crear confianza. Inversores, empleados, consumidores y reguladores observan con atención si las decisiones estratégicas están alineadas con principios éticos, si existe una real rendición de cuentas, y si los incentivos están orientados al largo plazo. Organizaciones con una gobernanza débil, incluso aunque tengan iniciativas ambientales o sociales destacables, corren el riesgo de ser acusadas de “greenwashing” o “social washing”.
Casos y consecuencias
Casos diversos de algunos fraudes en empresas demuestran cómo una gobernanza deficiente puede destruir valor, credibilidad y carreras, en cuestión de pocas semanas. Por el contrario, organizaciones que invierten en estructuras de gobernanza robustas, logran navegar mejor en contextos de incertidumbre, atraer capital responsable y construir una reputación duradera.
La G que habilita el futuro
La “G” lejos está de ser “el apéndice burocrático del enfoque de la sostenibilidad”, sino “el músculo” que sostiene a toda la arquitectura ESG. Es la dimensión que garantiza que los compromisos ambientales y sociales sean reales, medibles e incluso auditables. En un contexto complejo que exige cada vez más responsabilidad a las empresas, invertir en buena gobernanza ya no es opcional, sino una necesidad estratégica.
Porque al final del día, sin una sólida “G”, ni la “E” ni la “S” podrán sobrevivir mucho más.
Gobernanza: la G como ventaja competitiva del futuro
En términos simples, gobernanza es la manera en que se toman decisiones dentro de una empresa. Es cómo se gestiona el poder, cómo se distribuyen las responsabilidades, cómo se rinde cuentas, cómo se manejan los conflictos de interés, y qué valores guían cada acción. No es un tema abstracto ni reservado a abogados o auditores; no es sólo un requisito regulatorio ni un lujo reputacional: es lo que marca la diferencia entre un negocio que prospera paso a paso con integridad y otro que vuela alto, hasta que cae.
Las empresas con una buena “G” suelen tener ciertos atributos virtuosos que redundan en negocios más seguros, más confiables y sólidos, inspirando confianza en sus inversores, clientes y empleados, y siendo más atractivas para el capital responsable y los socios estratégicos.
En otras palabras, se trata de negocios más seguros, más confiables, más sólidos.
Numerosos estudios se han ocupado de demostrar que las compañías con mejores prácticas de gobernanza tienden a tener mejor desempeño financiero, menores costos de capital, y mayor resiliencia ante crisis. Y no es casual, han aprendido a identificar eficazmente sus riesgos, corrigen desvíos a tiempo, y generan un entorno donde la innovación y la eficiencia florecen sin miedo al escándalo.
En tiempos donde los criterios ESG influyen en decisiones de compra, de inversión y de asociación, la gobernanza se transforma en un activo estratégico, dado que permite demostrar que los compromisos ambientales y sociales no son solo marketing, sino parte del ADN de la organización.
Hacer negocios con propósito no implica resignar rentabilidad, sino todo lo contrario: implica sostenerla en el tiempo. Y para eso, la gobernanza es el pegamento que une los ideales con los resultados.
La “G”, ya lo hemos mencionado, no es una letra más; es la brújula que impide que el barco del negocio navegue a ciegas. Pero no es cualquier brújula: es que sabe que el camino a recorrer para arribar a los resultados deseados es tan importante como los resultados mismos. Es el arte de ganar sin trampas, y así ganar por mucho tiempo, ganar más. Porque en este tan apasionante juego de estrategia como son los negocios, el buen gobierno pasó a ser la jugada maestra.
Citas
(*) Socio de Governance, Risk & Compliance de BDO Argentina
Este contenido fue originalmente publicado por la revista Mercado en su sección Gestión Sustentable, bajo el título: “Carlos Rozen, de BDO: ‘La gobernanza es el pegamento que une los ideales con los resultados’
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