Solo necesitás nervios de acero y paciencia de monje budista.
El tema es que los abogados venimos con otra lógica de fábrica: hacés algo, cobrás.
- Ganás un juicio, facturás.
- Entregás un dictamen, te pagan.
Pero en desarrollo de negocio… eso no corre.
Acá hacés llamadas que no te devuelven.
Te reunís con gente que desaparece.
Tomás cafecitos con potenciales clientes que te tiran un “muy interesante, te contacto”… y chau.
Y después: el abismo.
Por eso muchos socios se frustran, bajan la persiana mental y le entregan el crecimiento del estudio al azar o a algún tercero con powerpoints lindos.
Lo difícil no es hacer.
Lo difícil es seguir haciendo cuando no pasa nada.
Y encima, ni siquiera depende solo de vos.
Porque el cliente no te contrata cuando vos lo necesitás.
Te contrata cuando él lo necesita.
Y eso pasa por dos motivos:
1. Su estudio actual no le resuelve algo puntual y eso abre una oportunidad para vos.
2. O empieza a dudar de su estudio y se le cae la confianza.
Hasta ese día, podés ser brillante, visible, copado… y absolutamente ignorado.
Esto no es velocidad. Es aguante.
Vender servicios legales es como entrenar para una ultramaratón: todo el mundo arranca con energía, pero pocos llegan al final.
Y el músculo que más se desgasta no es el cerebro.
Es la fe.
Fe en tu proceso, en tu estrategia, en tu mensaje.
Fe en que si seguís mostrando tu valor, un día –cuando ya ni te lo esperás– suena el teléfono.
Y es ese cliente que te viene leyendo en silencio hace un año (o dos).
No se trata de suerte. Se trata de hacer lo tuyo todos los días.
Incluso cuando no hay resultados a la vista.
Así que contame:
¿Tenés un método para construir y mantener relaciones de confianza profesional, o seguís esperando que alguien se acuerde de vos porque una vez te cruzó en un evento con vino mediocre?
Opinión
Martínez Urrutibehety Abogados


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