Más allá de los expedientes: El valor estratégico de las habilidades blandas en un estudio jurídico
Por Federico Merlini (*)

En los estudios jurídicos, la formación técnica y el dominio del derecho han sido históricamente los pilares del ejercicio profesional. Además de la actualización constante por el cambio de normativas, se espera que un abogado conozca las leyes, redacte con precisión, argumente con solidez y se defienda con firmeza. Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a cobrar protagonismo una dimensión menos visible, pero igualmente determinante: las habilidades blandas.

 

Desde el área de Recursos Humanos observamos cómo, progresivamente, competencias como la empatía, la escucha activa, la comunicación asertiva y la inteligencia emocional se convierten en factores claves no solo para el desarrollo profesional individual, sino también para la consolidación de equipos de alto rendimiento y la fidelización de los clientes. En este artículo proponemos una mirada estratégica sobre estas habilidades, entendiendo que su incorporación y fortalecimiento dentro del estudio jurídico no es un lujo, sino una necesidad.

 

Las habilidades blandas, también conocidas como soft skills, hacen referencia a un conjunto de competencias interpersonales, emocionales y comunicacionales que permiten a las personas relacionarse de manera efectiva con los demás. A diferencia de las habilidades técnicas (o hard skills), no están directamente vinculadas con el conocimiento jurídico, pero impactan de forma directa en la calidad del trabajo, la dinámica de los equipos y la experiencia del cliente.

 

En un mundo donde los clientes valoran tanto el conocimiento como el trato humano, y donde las generaciones más jóvenes priorizan entornos colaborativos y empáticos, las habilidades blandas emergen como un diferencial competitivo tanto para atraer talentos como clientes. Estudios en gestión del talento demuestran que, en contextos de alta exigencia como el jurídico, la capacidad de manejar conflictos, comunicarse efectivamente y trabajar en equipo es tan relevante como el saber técnico.

 

Escuchar más que oír: la escucha activa como herramienta profesional

 

Uno de los desafíos más frecuentes en la práctica legal es lograr una comprensión cabal del cliente y sus necesidades, más allá del expediente. En este punto, la escucha activa se vuelve una herramienta fundamental. Escuchar activamente implica prestar atención no solo a las palabras, sino también al tono, las emociones y los silencios. Para generar un vínculo es necesario mostrar presencia, interés genuino y apertura.

 

Un abogado que escucha activamente (a los clientes y a los colegas) no solo capta mejor la información relevante del caso, sino que también transmite seguridad y compromiso al cliente. Esta actitud fortalece el vínculo, aumenta la confianza y, en muchos casos, mejora la cooperación durante el proceso legal. Dentro del estudio, fomenta relaciones laborales más fluidas, reduce malentendidos y potencia el trabajo colaborativo, favoreciendo el clima laborar y la camaradería entre compañeros.

 

Como lo señala Stephen Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, uno de los pilares de las relaciones efectivas es “procurar primero comprender, y después ser comprendido”. Esta idea se alinea de forma directa con la práctica de la escucha activa en el ámbito jurídico: cuando un abogado escucha realmente a su cliente o a un colega, sin interrumpir ni asumir de antemano la respuesta, se construye una base sólida de confianza y entendimiento mutuo.

 

Comunicándonos con claridad, respeto y eficacia

 

En un estudio de abogados, la comunicación asertiva es una habilidad blanda clave que impacta directamente en la calidad del trabajo, el clima laboral y la relación con los clientes. Esta forma de comunicación, que equilibra la claridad y el respeto, permite que los profesionales expresen sus ideas, necesidades y desacuerdos de manera directa pero empática, evitando tanto la agresividad como la pasividad. Desde Recursos Humanos, fomentar la asertividad significa promover una cultura organizacional donde el diálogo abierto y el feedback constructivo sean prácticas habituales, fortaleciendo el trabajo en equipo y la resolución eficaz de conflictos internos.

 

Además, en un entorno tan exigente como el jurídico, la comunicación asertiva es fundamental para gestionar la presión y los plazos sin comprometer el bienestar emocional. Los abogados que dominan esta habilidad no solo comunican mejor con sus colegas y superiores, sino que también logran establecer relaciones más sólidas con los clientes, generando confianza y profesionalismo. Capacitar a los equipos en asertividad contribuye, por tanto, al desarrollo integral de los colaboradores, potenciando tanto su desempeño individual como la cohesión general del estudio.

 

Empatía: un puente entre el conocimiento legal y la realidad del cliente

 

La empatía, entendida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, es esencial en un entorno en el que los clientes muchas veces llegan atravesando situaciones de alta carga emocional: conflictos familiares, problemas laborales, disputas comerciales o incluso procesos penales. Un abogado empático no pierde objetividad, pero sí logra conectar con el cliente a nivel personal.

 

Esta conexión permite anticiparse a sus preocupaciones, ajustar el lenguaje para hacerlo más comprensible y diseñar estrategias de comunicación más efectivas. Asimismo, en el plano interno, la empatía es un factor que mejora la convivencia, la resolución de conflictos y la cohesión de los equipos, promoviendo una cultura más solidaria y respetuosa.

 

Inteligencia emocional en entornos de alta exigencia

 

La abogacía es una de las profesiones más demandantes en términos emocionales: plazos ajustados y perentorios, presión constante, negociaciones difíciles y decisiones que afectan directamente la vida de otras personas. En este contexto, la inteligencia emocional —la capacidad de reconocer, comprender y regular las propias emociones y las de los demás— se vuelve una herramienta indispensable.

 

Un profesional con inteligencia emocional maneja mejor el estrés, toma decisiones más equilibradas y responde con mayor serenidad ante situaciones complejas. Además, lidera con más eficacia, fomenta climas laborales saludables y actúa con mayor empatía ante clientes y colegas. Desde Recursos Humanos, fomentamos espacios de capacitación y reflexión para fortalecer esta competencia, porque sabemos que impacta directamente en el rendimiento individual y colectivo.

 

La incorporación de habilidades blandas no solo mejora las relaciones interpersonales: transforma la cultura del estudio jurídico. Se pasa de modelos jerárquicos y verticalistas a entornos colaborativos, donde se valora la comunicación abierta, el respeto por la diversidad y el aprendizaje continuo.

 

Para los estudios que buscan atraer y retener talento joven, este cambio es especialmente importante. Las nuevas generaciones valoran los entornos de trabajo donde se sienten escuchadas, comprendidas y donde pueden desarrollarse como personas, no solo como profesionales. Además, la imagen externa del estudio también se ve beneficiada: los clientes perciben el diferencial humano, y eso genera confianza y fidelización.

 

En tiempos donde el conocimiento técnico ya no es el único capital profesional, las habilidades blandas se consolidan como una herramienta estratégica para los estudios jurídicos. Desde Recursos Humanos, entendemos que su desarrollo no es accesorio, sino central para construir equipos más eficientes, ambientes de trabajo más saludables y vínculos más sólidos con los clientes.

 

Invitamos a los profesionales del derecho a ampliar la mirada sobre su propio perfil, incorporando estas competencias como parte integral de su desarrollo. Al fin y al cabo, ejercer la abogacía no es solo conocer la ley, sino también saber cómo comunicarse, cómo liderar, cómo contener y cómo construir relaciones basadas en el respeto y la confianza.

 

 

Citas

(*) Licenciado en Sociología (UBA), Especialista en Recursos Humanos con posgrados en Negociación (UCA), en Conducción de Recursos Humanos (UCA), Programa en Dirección Estratégica de Recursos Humanos (IAE).

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