El pasado 6 de enero, WhatsApp anunció a sus usuarios que la política de privacidad del servicio iba a cambiar. Más de dos mil millones de cibernautas fueron compelidos a aceptar las nuevas condiciones antes del 8 de febrero o a renunciar íntegramente al uso de la aplicación. Las críticas no tardaron en llegar: tanto en la prensa como en redes sociales, WhatsApp y -más en general- el Grupo Facebook[1] fueron duramente cuestionados, no solo por el mecanismo binario all-or-nothing empleado para obtener el consentimiento de los usuarios, sino porque -presuntamente- la nueva política traía aparejado un avance injustificado sobre los datos personales y la privacidad. En las semanas subsiguientes, miles de personas de todo el mundo migraron a aplicaciones alternativas, como Telegram y Signal, algunas de ellas siguiendo las recomendaciones de expertos y personalidades públicas. Incluso algunas autoridades de protección de datos de Latinoamérica y de Europa han hecho declaraciones sobre las nuevas políticas de WhatsApp e iniciado actuaciones administraciones. En India, por ejemplo, el Ministerio de Electrónica y Tecnologías de la Información ha requerido a la empresa mediante una carta formal que desista definitivamente de los cambios anunciados.
En respuesta a los cuestionamientos, las repercusiones negativas que tuvo la noticia a nivel mundial y ante el peligro de una pérdida masiva de usuarios, WhatsApp decidió demorar la implementación de la nueva política de privacidad hasta el 15 de mayo de este año. Al mismo tiempo, la empresa publicó dos comunicados de prensa en los que intentó explicar en mayor detalle los rasgos salientes de la actualización. Atribuyendo la mayor parte de las críticas a los rumores y la desinformación, la empresa sostuvo que los cambios brindan mayor transparencia sobre cómo la aplicación procesa los datos de los usuarios. Más aún, explicó que la actualización detalla nuevas funcionalidades opcionales que se habilitarán pronto en WhatsApp, relacionadas con las transacciones en línea y los pagos electrónicos.
En medio del fuego cruzado, resulta importante analizar en detalle los cambios que tendrían lugar a partir del 15 de mayo del 2020 en las políticas y el funcionamiento de WhatsApp:
- Fines adicionales del procesamiento de datos personales: en su anterior política de privacidad, WhatsApp reconocía que solo procesaría datos personales de los usuarios para proveer el servicio de mensajería. En la nueva política WhatsApp agrega que también procesará datos personales para mejorar, comprender, personalizar, sostener y comercializar su servicio.
- Funcionalidades opcionales: en la nueva política, WhatsApp establece que algunas funcionalidades opcionales -como, por ejemplo, compartir la geolocalización- requieren del procesamiento de datos adicionales. Sin embargo, las funcionalidades opcionales no están detalladas de manera exhaustiva.
- Contactos en la agenda del teléfono celular: las nuevas políticas establecen que el usuario puede subir -si lo permiten las leyes aplicables de su país- los números de teléfono en agenda de forma regular. Si alguno de sus los contactos aún no está utilizando WhatsApp, la información será anonimizada.
- Funcionalidades comerciales y política de privacidad de pagos: la nueva actualización permitirá a los usuarios comprar y a los negocios vender productos y servicios en Whatsapp. Para ello, la empresa ha desarrollado una política de privacidad especial, aplicable a los pagos a través de la aplicación. A grandes rasgos, esa política establece que se procesarán datos relativos a las transacciones y los pagos para poder concluir las operaciones y que esa información también se almacenará por razones legales, con el fin de prevenir fraudes y estafas. Asimismo, la política de privacidad de pagos establece que la información comercial de los usuarios podrá compartirse con instituciones financieras y con otras empresas del Grupo Facebook. Los negocios que operen en WhatsApp también podrán proporcionar información adicional a WhatsApp sobre los usuarios, en la medida en que ello sea legal. Cada negocio, por último, podría contar con su propia política de privacidad, que deberá ser revisada por los usuarios.
- Hora, frecuencia y duración de las conversaciones: en su nueva política, WhatsApp aclara que procesa datos relacionados con la hora, la frecuencia y la duración de las conversaciones o mensajes de sus usuarios.
- Datos varios del usuario: de acuerdo a la nueva política, WhatsApp procesará metadatos relacionados con las funciones del servicio que utiliza el usuario, tales como la mensajería, las llamadas, el estado del usuario, los grupos que integra (incluido el nombre del grupo, la imagen del grupo y la descripción del grupo), la foto de perfil, la información “acerca de”, el estado online u offline del usuario y cuándo el usuario utilizó WhatsApp por última vez.
- Geolocalización: en su nueva política, WhatApp declara que recolecta datos precisos de ubicación con el permiso del usuario cuando este elige usar funciones relacionadas con la geolocalización, como, por ejemplo, cuando decide compartir su ubicación con sus contactos o ver ubicaciones cercanas. Sin embargo, WhatsApp aclara que, incluso si el usuario no utiliza funciones relacionadas con la ubicación, la empresa recolecta direcciones IP y otra información como códigos de área de números de teléfono para estimar su ubicación general (p. ej. ciudad y país donde se encuentra el usuario).
- Retención de datos personales: en la nueva política, WhatsApp declara que almacenará datos personales de los usuarios por el tiempo que considere necesario para cumplir con los fines explicados anteriormente. De acuerdo a la empresa, los períodos de almacenamiento se determinan caso por caso. El criterio es fundamentalmente discrecional.
- Transferencias internacionales y almacenamiento de datos en varias jurisdicciones: la nueva política de WhatsApp aclara que al compartir datos con otras empresas del Grupo Facebook -una práctica que ya empezó en el 2016- la información se transfiere y luego se almacena en servidores ubicados en países diferentes, que tienen distintas legislaciones de protección de datos. La lista de países donde podría llegar a almacenarse la información no se encuentra disponible.
En definitiva, la actualización de las políticas de WhatsApp no tiene el alcance que sus peores críticos anuncian, pero tampoco es una reforma inocua, limitada a las funcionalidades de negocios, como ha querido publicitar WhatsApp. Los cambios transparentan y hacen más patente algo que ya se sabía desde hace años: que la aplicación es un negocio data-driven, cuya rentabilidad depende de extraer la mayor cantidad de información posible de los usuarios para luego venderles publicidad dirigida a través de plataformas y servicios del Grupo Facebook. Es cierto que las conversaciones se encuentran cifradas de extremo a extremo y, hasta donde sabemos, su contenido resultaría inaccesible aun para WhatsApp. Pero los metadatos de esas conversaciones -como se aclara ahora con precisión en la política de privacidad- son procesados para hacer profiling y targeted marketing. En otras palabras, la ubicación del usuario, sus contactos, las horas en las cuales se conecta y se desconecta, la frecuencia y duración de sus conversaciones, los grupos que integra, su dirección IP, sus transacciones electrónicas, el dispositivo que usa, su foto, su estado y muchas otras categorías de información, son procesadas para construir un perfil del usuario, al que se le puede ofrecer de manera personalizada productos y servicios propios o de terceros.
No cabe duda de que las modificaciones en las políticas ofrecieron una oportunidad a los usuarios, a la prensa y también a los especialistas para leer de manera más crítica el funcionamiento y el modelo de negocios de WhatsApp: un servicio que es gratuito cuando se lo mide en pesos o en dólares, pero que tiene un costo cuando la unidad de medida es la privacidad del usuario.
Citas
[1] Recordamos que el 19 de febrero de 2014 Facebook Inc. anunció la compra del servicio de mensajería instantánea WhatsApp por USD 19 000 millones.
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