Hasta hace algunos años era habitual que las firmas más importantes de abogados se situaran en barrios de renombre, pero utilizando pequeñas oficinas ubicadas en edificios colectivos.
	
	A partir del cambio paradigmático en la gestión de los despachos –hoy similares a empresas-, se empezó a apreciar una modificación en las oficinas, ahora situadas en torres singulares y edificios propios de alto nivel arquitectónico.
	
	Por ejemplo, los despachos Clifford, Latham & Watkins, Hogan Lovells o Herbert Smith decidieron alquilar en la ciudad de Madrid varios pisos de imponentes edificios del Paseo de la Castellana para posicionar su marca y aumentar la reputación.
	
	Siguiendo esta tendencia, despachos como Garrigues, Uría y Gómez-Acebo se situaron en grandes edificios con diseños internos acordes a su personalidad y cultura empresarial.
	
	En los bufetes españoles, la mudanza ha sido un denominador común de los últimos tiempos. Durante el año pasado, tres firmas han modificado su ubicación a edificios más imponentes y con mayor metraje.
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